El día Lunes 4 de Diciembre del año 1967, el mundo despertó leyendo o escuchando la noticia que informaba que en la madrugada del día anterior y después de casi cinco horas en un quirófano del Hospital Groote Schurr de Ciudad del Cabo en Sudáfrica; un equipo de treinta cardiocirujanos bajo la dirección del Doctor Christian N. Barnard, habían practicado el primer transplante de corazón del mundo en el señor Louis Washkansky, un comerciante de 54 años de edad a quien no le quedaba otra esperanza u alternativa para seguir viviendo que convertirse en el primer “conejillo de Indias” en este tipo de cirugías.
A pesar de todo lo que la ciencia médica pudo hacer y de que el nuevo corazón (proveniente de Denise Danvall una joven mujer de 25 años) latía con vida dentro del paciente, el 21 de Diciembre, 18 días después de la operación; el mundo ahora recibía con tristeza el fallecimiento del señor Washkansky.
El Doctor Christian Barnard murió en el año 2001, irónicamente como consecuencia de problemas en su propio corazón.
El 3 de Diciembre de 1967, ha quedado registrado en la historia como el día en que el Dr.Barnard y sus colaboradores, le dieron a una persona un nuevo corazón físico y desde ese día se han realizado casi 50,000 transplantes de corazón en el mundo.
Dios en cambio, desde el día que nuestros primeros padres cayeron afligidos por esa fatal enfermedad que conocemos como pecado y que trajo como consecuencia la muerte; ha estado ofreciendo gratuitamente a la humanidad un transplante de corazón que necesitamos para así tener la esperanza de la vida eterna.
La invitación divina sigue siendo la misma: “Dame, hijo mío tu corazón” (Proverbios 23:26). Dios no puede forzar nuestro “libre albedrío” o nuestro derecho de tomar una decisión. Dios anhela que podamos discernir que en realidad no tenemos otra opción que someternos a la cirugía que solo Sus manos pueden realizar y así tengan cumplimiento las palabras de Ezequiel: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros: y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne ” (36:26).
Pablo dijo: “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23). La gracia de Dios por medio del amor de nuestro Salvador Jesucristo nos seguirá manteniendo con vida y nuestro nuevo corazón continuará latiendo con el poder del Espíritu Santo.
Gracia y Paz!
Sergio
“Amigo de Jesús“