¿Conducen a Dios todas las religiones?

¿Son todas las religiones diferentes caminos para llegar a Dios? Una perspectiva cristiana.

¿Ha escuchado alguna vez, “En realidad no importa qué religión usted profese ya que todas adoran al mismo Dios”? Es muy común escuchar este planteamiento de parte de personas que dicen ser amplias y comprensivas. Estas aducen que las diferentes religiones adoran al mismo Dios aunque le conciban en forma diferente y le llamen con diferente nombre. El pluralismo religioso que predomina en los EEUU promueve el mismo concepto. El presidente Bush, luego del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001, lanzó una convocatoria a las personas de todas las religiones para realizar un día nacional de oración. Durante ese tiempo fuimos testigos de diferentes actos religiosos donde era común ver juntos a rabinos, pastores, liberales, curas, imanes y muhlas, monjes budistas y figuras religiosas hindúes, todos orando al “mismo Dios”, tomados de la manito y cantando “Cumbayá”, si me permiten el sarcasmo.

Esta corriente de pensamiento presupone que a Dios en realidad no le interesa como le conciban o le llamen. ¿Será esto así? Veamos si podemos aclarar esto con una ilustración. Supongamos que usted tramita su pasaporte y cuando lo recibe se encuentra con la sorpresa de que la foto en el documento es la suya, pero el nombre es diferente. Usted inmediatamente va a buscar corregir el error. ¿Por qué? Porque el error puede traerle serios problemas cuando tenga que viajar de un país a otro.

Vayamos un poco más allá en el terreno de las suposiciones. Si usted fuera un actor y  contratara los servicios de un agente  a los efectos de conseguir un rol en alguna película, y el agente lo promocionara con una descripción totalmente equivocada de quién es usted y sus talentos, con toda razón usted se indignaría.

El punto es que su nombre propio y su individualidad son extremadamente importantes para un ser humano. ¿Por qué entonces aplicamos para Dios un criterio diferente del que aplicamos para nosotros? ¿Acaso suponemos que al verdadero Dios no le interesa como la gente lo identifique, lo describa o lo llame?

Quizá no hemos pensado que si los seres humanos somos meticulosos en extremo con respecto a nuestra identidad y a lo que queremos comunicar, el Dios que nos creó a Su imagen, conforme a Su semejanza, por deducción lógica también lo es.

La verdad es que Dios no puede ser llamado Jehová, Allah, Khrisna, Brahma o Gran Espíritu al mismo tiempo. Todos estos nombres implican diferentes religiones y conceptos de Dios absolutamente contradictorios entre sí. Lo mismo puede decirse de las corrientes orientales como el hinduísmo o Zen budismo, las cuales definen a Dios como si fuera el universo. El panteísmo no puede ser reconciliado con el Dios personal de la Biblia.

Ezequiel 39:25 dice que Dios es celoso por su Santo Nombre. Hablando proféticamente, Dios mismo anuncia un tiempo en que todas las naciones “sabrán que [su] nombre es Jehová” (Jer.16:21). Corresponde señalar que bíblicamente los conceptos de “nombre” y de “ser” están ligados íntimamente. Decir “confiar en su nombre” es equivalente a decir “confiar en Dios.”

Aquellos que promueven la idea de un Dios multifacético y con varios seudónimos denigran el carácter santo del Creador, rebajándolo a la categoría de un mero engañador.

Algunos argumentan que si bien Dios se reveló de una sola forma, fue la naturaleza limitada del hombre la que produjo los diferentes conceptos acerca de él.

Pero este argumento también es falaz, ya que implícitamente está diciendo que Dios es incapaz de comunicarse con claridad, lo que indicaría de que estamos tratando con un Dios deficiente y limitado.
Lo cierto es que Dios se reveló con claridad y precisión en la persona de Jesucristo (Jn.1:14; 1 Jn.1:1-2; Hb.1:3; 2 Pe.1:16). Su vida sin pecado, sus milagros nunca duplicados y su resurrección, son testimonio inamovible de su amor y realidad. La creación da también testimonio de Dios (Sal. 8:3; 14:1; 19:1; Rom.1:20). Cientos de profecías cumplidas al pie de la letra en la persona de Cristo y en la historia del mundo, son también parte de la evidencia masiva que Dios comunicó por medio de Su Palabra.

Sólo hay una Verdad, el Evangelio de Cristo. Es esta verdad la que debemos pregonar por todo el mundo a medida que el Espíritu Santo abre puertas (Mt. 28:19), no importa que clase de religión predomine en las diferentes regiones. Ciertamente son religiones falsas.

Llegará un tiempo en que ya no existirán. El profeta Jeremías dijo: “Oh Jehová …. a tí vendrán naciones desde los extremos de la tierra, y dirán: Ciertamente mentira poseyeron nuestros padres, vanidad, y no hay en ellos provecho.” (Jer. 16:19).

En cuanto a aquellos que dicen que todas las religiones son iguales (y por lo general no practican ninguna), darían la impresión de estar usando un cliché con la esperanza de no tener que enfrentarse un día con un Dios que les pedirá cuentas por sus vidas.  Mejor lo diluyen como quien diluye una pastilla en el agua, y terminan con un Dios dividido, distribuído, sin personalidad propia, y por sobre todo, no tan real.  ¡Cuidado! Hebreos 11:6 dice que “es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay”, en otras palabras, que Dios es real.

La crítica más común hacia los cristianos es que nos consideramos dueños de la verdad. Esta crítica es injusta y revela un prejuicio contra el cristianismo. Todas las religiones reclaman ser la religión verdadera. Un musulmán es musulmán porque piensa que el islam es la religión verdadera. Hasta los humanistas piensan que tienen la verdad. Entonces, ¿por qué criticar al cristiano solamente?  ¿Detectamos un poco de hipocresía y un marcado anticristianismo  en la crítica?  Yo pienso que sí.

¿Obtendrán salvación los hombres sin Jesús? ¿Acaso Jesús no dijo que él era el UNICO camino, y la verdad, y la vida, y que ninguno puede venir al Padre sino por él?  Jesús estaba diciendo la verdad, o de lo contrario mintió. Lo mismo dijeron Pedro (Hch. 4:12) y Pablo (Rom. 10: 9-15).

La verdad es que las religiones del mundo no son el resultado de la búsqueda de Dios por parte del hombre, sino el intento del hombre de escapar de Dios (Rom. 3:11). La gente crea falsos dioses y falsas religiones para esconderse del Creador (Rom. 1: 18-25).  Su adoración no va dirigida a Dios, sino a demonios (1 Cor. 10:20).

Otra cosa que debe quedar bien en claro es que toda la humanidad se encuentra en un estado de pecado y culpa, y está bajo la ira de Dios (Rom. 3:23). Dios no le debe la salvación a nadie (Rom. 4:1-5).  El seguiría siendo PERFECTAMENTE JUSTO si permitiera que todos fueran al infierno debido a sus pecados. Es sólo por gracia y misericordia que alguien puede salvarse.

Si alguien nos pregunta si el cristianismo es la única religión verdadera, podemos contestar: “¡Sí! Y dé gracias a Dios que así es, porque de lo contrario no habría salvación.”

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