¡Sólo Hojas!

Después del  acontecimiento en la vida de Jesús que conocemos como “La entrada Triunfal a  Jerusalén”, el relato del evangelio de Marcos nos dice que como ya  anochecía, el Señor decidió ir a Betania acompañado de los doce.

Betania, “casa de  dátiles, o de higos”, conocida en el día de hoy con el nombre de El-Azariyeh o  Lazariyeh, “el pueblo de Lázaro”, está ubicada a 3 kilómetros de la ciudad de  Jerusalén y era la comunidad en donde vivían Lázaro, Marta y María.

“Al día siguiente,  cuando salían de Betania, Jesús tuvo hambre. Viendo a los lejos una higuera que  tenía hojas, fue a ver si hallaba algún fruto. Cuando llegó a ella SOLO ENCONTRO  HOJAS, porque no era tiempo de higos. ¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de  ti!, le dijo a la higuera” (11:12-14)

 Si leemos  detenidamente las palabras del evangelista, se nos dice que “no era tiempo de  higos”. Entonces, ¿por qué Jesús maldijo a la higuera? ¿Será que Jesús como  tenía hambre, se dejó llevar por la desesperación, la frustración o la  irritación?

 Adam Clarke,  comentador de las Sagradas Escrituras, sugiere que la frase “no era tiempo de  higos” debiera haberse traducido como “no era la época cuando se cosechan  los higos”.

Asimismo, William  MacDonald nos da la aclaración siguiente: “Las higueras en las tierras bíblicas  producen un fruto comestible antes que aparezcan las hojas, llamado breva. Se  trataba de un heraldo de la cosecha normal, descrita aquí como tiempo de  higos. Si no aparecían brevas, era señal de que no habría cosecha de higos  en su tiempo.”

La higuera  simbolizaba a la nación de Israel. En una parábola, en la cual Jesús comparó al  pueblo judío con una higuera, dijo que el dueño (Jesús mismo) había  venido por tres años (los mismos del ministerio de Jesús) en busca de frutos, y  no había encontrado ninguno. (Ver Lucas 13:6-9)

 La nación de  Israel habiendo sido recipiente de las promesas y las bendiciones de Dios,  habiendo poseído un conocimiento especial del plan de redención; cayeron en una  religiosidad legalista que no produjo “frutos dignos de arrepentimiento”  (Lucas 3:8).

Jesús sabía que el  clamor de ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! muy  pronto se convertiría en ¡Crucifícalo!

 Lo mismo sucede en  las vidas de aquellos que viven para sí mismos como lo hacía aquella higuera,  sumamente pretensiosa, pero llena de SOLO HOJAS, sin frutos. Conocen la  Palabra de Dios, pero no experimentan el fruto del Espíritu en sus vidas. ¡Qué  trágico y qué triste!

En el mismo relato  de Marcos, también se nos dice que un día después de que Jesús maldijo la  higuera, los discípulos volvieron a pasar junto a ella, pero la higuera se había “secado desde las raíces”.

Jesús dijo en  cierta oportunidad a sus discípulos: “Toda rama que en mí no da fruto, (mi Padre) la corta; pero toda rama que da fruto la poda para que dé más  fruto todavía.” (Juan 15:2 N.V.I.)

 Es el deseo de  Jesús podar o cortar la religiosidad seca e infructuosa de nuestras vidas y  llenarnos con Su Espíritu para que vivamos una vida con propósito y sumamente  fructífera.

Gracia y Paz

Sergio

“Amigo de Jesús”

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