Hace muchos años atrás escuché la historia de que unos trabajadores sociales de una gran ciudad metropolitana habían encontrado a un anciano de 85 años de edad viviendo en un estado deplorable en un caño de desagüe abandonado. Decididos a hacer algo en favor de aquel anciano, lograron ubicarlo en un cómodo hogar de ancianos en donde lo asearon, le dieron ropa nueva, comida, etc.
Unos días después, el viejito desapareció. Los trabajadores sociales salieron en su búsqueda hasta que lo encontraron “de vuelta en su antiguo lugar de residencia”. Al preguntarle la razón por la que se había salido del hogar de ancianos que le habían conseguido para regresarse a su “hogar” tan sucio e incómodo, el anciano respondió: “Estoy acostumbrado a este sitio…”
En Proverbios 26:11, Salomón escribió que “Como perro vuelve a su vómito, es el necio que repite su necedad.”
Se describe a un necio como una persona que es torpe, porfiada, que no tiene entendimiento o discernimiento, que es problemática, y que le gusta complicarse la vida.
La Palabra de Dios nos dice que así como al perro no le produce repugnancia su propio vómito tampoco a la persona necia le molesta seguir como niño caprichoso en su necedad.
Pedro toma prestada la sabiduría de las palabras del mismo proverbio y las aplica para hablar de aquellas personas que conociendo la verdad de la Palabra, experimentan una aparente reforma moral en ciertas áreas de sus vidas pero sin llegar nunca a realmente experimentar los frutos genuinos del nuevo nacimiento.
El mismo apóstol concluye su pensamiento diciendo: “Hubiera sido mejor para ellos no haber conocido el camino de la justicia, que habiéndolo conocido, apartarse del santo mandamiento que les fue dado.” ( 2 Pedro 2:22,23 Nueva Biblia de los Hispanos)
El resultado es que tristemente ese tipo de personas que muchos hemos conocido en nuestra caminar como Cristianos, tarde o temprano vuelven a revolcarse como el perro en el vómito de sus viejas costumbres. La persona necia vuelve con gusto a vivir las prácticas de aquello que es repulsivo y asqueroso y lo más triste que a diferencia del perro que vuelve a su vómito por instinto, el necio lo hace por decisión propia.
Pedro nos exhorta a dejar el camino de la necedad, a vivir en santa conducta y en piedad, manteniéndonos en guardia y creciendo en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”