John Bunyan, autor de El Progreso del Peregrino, una de las obras literarias más conocidas de alegorías Cristianas, pasó desde Noviembre del año 1660 hasta Enero de 1672 en la cárcel de la prisión del condado en Bedford, Inglaterra por predicar sin una licencia que requerían las autoridades eclesiásticas bajo el reinado de Carlos II.
A los tres meses de estar confinado, se le ofreció la libertad con la condición de que dejara de predicar, a lo que Bunyan contestó:”Si me dejan salir libre hoy, predicaré mañana”. Bunyan, entonces tuvo que cumplir la sentencia original con la que se lo había castigado y permaneció casi doce años en la prisión.
Los primeros años de su vida en la prisión fueron especialmente difíciles, pero a medida que transcurría el tiempo las restricciones de la institución penitenciaria en la que Bunyan estaba, comenzaron a menguar.
Bunyan, estableció una relación amigable con un guardia de la prisión y cuando el carcelero se dio cuenta de que podía confiar en Bunyan; le concedió a éste permiso de que pasara algún tiempo fuera de la prisión con la condición que tenía que regresar a la cárcel periódicamente.
John Bunyan, podría haber huido fácilmente de la prisión, pero no lo hizo. Bunyan no abusó del privilegio especial que se le había concedido para no poner en riesgo la vida del carcelero, porque había prometido no hacerlo y por sobre todo porque no quería faltar a su palabra y así dañar su testimonio como seguidor de Cristo.
La Biblia nos enseña que Satanás “es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). Asimismo, el libro de Apocalipsis confirma dos veces que los “mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre” (21:8; 22:15).
Vivimos en un mundo en donde el hombre se ha acostumbrado a usar la mentira como un instrumento para obtener beneficios personales. Algunos para evitar tener problemas de conciencia han clasificado las mentiras en “piadosas“, “coloreadas” o “circunstanciales“; pero contrariamente a esta conducta de defender la mentira se dice que: “parte de la verdad, no es toda la verdad”.
Lamentablemente la práctica del pecado de mentir también ha invadido la iglesia afectando como consecuencia la santidad y la pureza del cuerpo de Cristo.
Jesús, enseñando lo que hoy conocemos como el Sermón de Monte dijo: “Sea tu hablar: Sí, Sí; No, No; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mateo 5:37)
Jesús, en el día de hoy como lo hizo hace dos mil años atrás nos hace una exhortación a ser personas de integridad en el área de la honestidad; y desea que nos comprometamos a decir: “Prefiero molestar con la verdad, que complacer con adulaciones“. (Séneca)
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”