¡Espera!; ¡No te desesperes!

El Salmo 130,  cuyo autor desconocemos, es una oración en la cual el salmista clama a Dios de  lo profundo de su corazón por la redención y misericordia de su vida y el perdón  de sus pecados.

Prácticamente a  la mitad de su cántico encontramos las siguientes palabras:” ESPERÉ yo a  Jehová, ESPERÓ mi alma. En Su palabra he ESPERADO.( vs. 5 )

El verbo “esperar”  se define como “la acción de tener esperanza” o de “permanecer en  un sitio hasta que llegue alguien o ocurra algo”.

La tecnología  del mundo contemporáneo ha evolucionado a tal grado y continúa desarrollándose a  pasos agigantados, con el objetivo de que los miembros de la sociedad no  solamente podamos vivir con más comodidad, sino que tengamos que esperar  lo menos posible cuando deseamos comprar algo que nos atrae o tramitar  el proceso de documentos con una institución, etc.; hoy por hoy en muchas  instancias, podemos hacerlo sin tener que salir de nuestras casas.

A ninguno de  nosotros nos gusta esperar  y nos desesperamos rápidamente cuando tenemos que hacerlo en los aeropuertos, en los bancos, en los  supermercados, en los eventos deportivos, etc.

Lamentablemente  como Cristianos; con frecuencia tenemos esa actitud mental negativa hacia  nuestro Padre celestial cuando oramos pidiéndole algo y como a nuestra carne no le gusta esperar, le exigimos una respuesta rápida en favor de  nuestras necesidades. Si El no lo hace en lo que sería un tiempo prudencial  desde nuestra perspectiva nos desesperamos rápidamente  y en  muchas ocasiones tomamos la decisión equivocada de hacer las cosas a nuestra  manera.

La realidad es,  y tenemos que aceptarla; que la percepción del tiempo para nuestro Creador es  radicalmente opuesta a la nuestra. Moisés nos dice: “Porque mil años delante de sus ojos; son como el día de ayer que pasó, y como una de las  vigilias de la noche” y Pedro escribió: “Oh amados, no ignorés esto: que  para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día(Salmo 90:4 y  2 Pedro 3:8)

Nosotros no  tenemos el derecho de exigirle a Dios que conteste nuestras oraciones y menos  tratar de imponerle un límite de tiempo para hacerlo; aunque lo que pidamos esté  de acuerdo con Su voluntad.

A veces Dios  decide que el período de espera sea relativamente corto, como en el caso  de Daniel que solamente tuvo que esperar unos pocos minutos para recibir  respuesta a la oración suya registrada en el capítulo 9 de su libro; o como en  el caso de los discípulos que aguardaron diez días para recibir el  cumplimiento de la promesa del Señor de enviar el poder del Espíritu Santo sobre  ellos.

En otras  ocasiones, Dios decide que el tiempo de espera sea más largo, “desde  nuestra perspectiva obviamente”.  La mujer con el flujo de sangre, esperó 12  años para tocar el borde del manto de Jesús y ser sanada. El paralítico que  se encontraba junto a la fuente de Betesda, esperó 38 años para volver a  caminar. El cojo que mendigaba  frente a la puerta del templo, esperó 40 años para que ocurriera el milagro tan ansiado por su persona.

El salmista se  comprometió a “ESPERAR EN EL SEÑOR“.

ESPERAR EN  EL SEÑOR“, significa asumir una actitud de esperanza. “ESPERAR EN EL  SEÑOR“, significa desarrollar una actitud de confianza de que nuestro Padre  desea lo mejor para nosotros. “ESPERAR EN EL SEÑOR“, significa adoptar  una actitud de total sumisión a la voluntad de Dios en nuestras vidas.

¡ESPERA EN  EL SEÑOR!, ¡NO TE DESESPERES!

Gracia y Paz

Sergio

“Amigo de  Jesús”

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