A la madrugada del día siguiente después de haber concluído una serie de conferencias para pastores y líderes de una organización evangélica en San Salvador, me llevaron por automóvil hasta la ciudad de Guatemala para compartir los mismos temas que había expuesto en el país vecino.
Al pasar el puente fronterizo sobre el río La Paz, le pedí al hermano que conducía el auto si me hacía el favor de parar por unos minutos con el propósito de filmar el área en donde nos encontrábamos. Nos estacionamos en un lugar a pocos metros del puente y lo primero que me llamó la atención fue el nombre de un restaurante de comidas típicas de la región que se llama “Eben-Ezer“, un nombre que inmediatamente trajo a mi memoria el momento en que “Samuel tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová.” ( 1 Samuel 7:12 )
La nación de Israel había caído como era su costumbre hacerlo en un período de apostasía e idolatría. Por lo tanto, Dios decidió castigarlos retirándoles su protección de las naciones enemigas y permitió que fueran sometidos a la opresión de los filisteos por veinte años.
Durante la época en que Samuel fue juez, Israel fue exhortado a volver a Jehová, experimentó un reavivamiento espiritual y como consecuencia el pueblo de Dios comenzó a abandonar la práctica de la adoración a los baales y a otros dioses falsos.
Los filisteos suponiendo que los hebreos estaban por rebelarse atacaron a Israel. Indefensos y aterrorizados, el pueblo arrepentido le suplicó a su líder que no cesara de clamar por ellos a Dios para que los protegiera de la mano de sus enemigos. Samuel sacrificó un cordero entero en holocausto y oró a Dios intercediendo por Israel.
La Biblia nos dice que: “Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos” ( vs. 10 ). Sólo un trueno bastó para atemorizar y hacer huír al enemigo. Entonces Samuel, con un espíritu lleno de gratitud; tomó una piedra, a la que le puso por nombre:”Eben-ezer” y la dejó en aquel lugar como un monumento recordatorio de la misericordia de Dios en favor de Su pueblo, pero no sin antes decir: “Hasta aquí nos ayudó Jehová“.
A menudo Dios permite que en la vida de Sus hijos ocurran incidentes adversos que traen aflicción a nuestro estado emocional o a la salud de nuestro organismo físico. En algunos individuos nuestro Padre lo hace porque no están viviendo en obediencia a Su Palabra y en otras personas El lo permite para probar su fe. No importa cuál sea la razón Dios lo hace para humillar nuestro corazón, para llevarnos al arrepentimiento y para volvernos a recordar que no tenemos otra opción en nuestras vidas que depender plenamente de Su amor, de Su gracia y de Su poder milagroso.
Cada día, nuestro Padre celestial nos da la oportunidad de recordar los “eben-ezeres” que han ocurrido en nuestras vidas y sin importar si éstos fueron de prueba o de victoria, lo hagamos con un espíritu de adoración y gratitud como lo hizo Samuel: “¡EBEN-EZER…HASTA AQUI NOS AYUDO JEHOVA!”
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”