No soy un experto en el estudio del mundo canino pero sé que existen algunas razas de perros que se consideran peligrosas o al menos que inspiran respeto y temor; entre ellas se distinguen tres: el dobermann, el rottweiler y el pitbull.
Aunque los defensores de las razas mencionadas dicen que no son por naturaleza agresivos con las personas como lo son con otros animales, en especial con otros perros; en los últimos años hemos escuchado historias de ataques frecuentes de los “pitbulls” en diferentes partes del mundo, algunos de ellos ocasionando la muerte de sus víctimas y en algunos casos la de sus propios amos a quienes están supuestos proteger y no asesinar.
En el caso de los temidos “pitbulls” los estudiosos en la materia afirman que su mordida puede llegar a ser más potente que la de un león debido a que su mandíbula y dientes están desarrollados para generar una fuerza de hasta 800 kilos por cm2.
Martín Lutero, el gran reformador del Siglo XV una vez dijo: “Tengo TRES PERROS PELIGROSOS: la INGRATIDUD, la SOBERBIA y la ENVIDIA. Cuando muerden dejan una herida profunda“.
El pecado de nuestros primeros padres Adán y Eva, trajo como consecuencia no solamente la entrada de la muerte a este mundo y la separación física y espiritual con su Creador , sino también una ruptura de las relaciones personales e interpersonales entre la humanidad.
Una de las maneras que los seres humanos (Cristianos o no) tenemos de agravar nuestras relaciones personales e interpersonales es dejando “sueltos” a los “TRES PERROS PELIGROSOS” que Martín Lutero honestamente afirmaba tener:”la INGRATITUD, la SOBERBIA y la ENVIDIA”.
La definición básica de la palabra INGRATITUD es “falta de agradecimiento o gratitud” (Larousse, Diccionario Práctico Escolar) y los hijos de Dios muchas veces hemos pecado gravemente de ser insensibles y despreciativos de los beneficios o favores recibidos de la mano de nuestro buen Padre celestial y/o de otras personas que El ha usado como instrumentos para bendecir nuestras vidas.
El prócer Simón Bolívar una vez dijo: “La INGRATIDUD es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer “.
Por otro lado, la SOBERBIA es una “estimación de uno mismo en menosprecio de los demás o un sentimiento de superioridad frente a los demás que provocan un trato distante o despreciativo” (Larousse, Diccionario Práctico Escolar).
Existe una diversidad de conducta y/o de actitudes que se asocian a una persona que es SOBERBIA como lo son: el engreimiento, el orgullo, el envanecimiento, la arrogancia, la vanidad, la altivez, la presunción, etc.; ninguna de las anteriores son rasgos de carácter que producen gozo en el corazón de nuestro Creador.
El escritor español Francisco de Quevedo y Villegas describió a la SOBERBIA como un “ruin arquitecto que pone los cimientos (de un edificio) en lo alto y las tejas en los cimientos” y San Agustín escribió que la SOBERBIA “no es grandeza sino hinchazón y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”.
El último “PERRO PELIGROSO” que el reformador decía tener en su vida era la ENVIDIA y la definición simple es: “Pesar por el bien ajeno” (Larousse, Diccionario Práctico Escolar).
La ENVIDIA (generalmente asociada con los celos), es un pecado que se origina en nuestro corazón cuando le permitimos producir sentimientos desagradables hacia otra persona que está experimentando u ha obtenido en su vida cosas que nosotros todavía no tenemos y/o que posiblemente nunca llegaremos a poseer como lo son: estatus social, profesional o económico, prestigio, éxito, reconocimiento, poder, autoridad, etc.
El primer homicidio que registran las Sagradas Escrituras; el asesinato de Abel en manos de su hermano Caín fue producto de la ENVIDIA y los celos debido a que Dios “miró con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y su ofrenda. Caín se enojó mucho, y su semblante se demudó” (Génesis 4:4, 5; Nueva Biblia de los Hispanos).
Miguel Unamuno dijo que la “ENVIDIA es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual”.
Ninguno de los tres comportamientos de conducta son el “fruto del Espíritu”, por el contrario son “obras de la carne” y todos nosotros deberíamos reconocer como Martín Lutero que en ocasiones éstos “TRES PERROS PELIGROSOS” se nos han “escapado” de nuestro corazón.
El apóstol Pablo escribió a Timoteo: “Debes saber (comprender) esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles. Porque los hombres serán amadores de sí mismos…” (2 Timoteo 3: 1,2; Nueva Biblia de los Hispanos)
Es interesante hacer notar que la SOBERBIA y la INGRATITUD son mencionadas por Pablo como rasgos de conducta que estarán presentes en el carácter de los hombres que vivan en el período que abarca los últimos días de la historia de este mundo. (vs.2)
Por otro lado, el mismo Pablo incluye a la ENVIDIA como una de las “obras de la carne” y nos advierte que los que practican tal cosa “no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21).
¿Por qué será que Pablo y otros escritores de las Sagradas Escrituras son tan directos en atacar a éstos “TRES PERROS PELIGROSOS”?
La respuesta es muy simple en lo que a mi respecta y es la siguiente: Lucifer fue echado del cielo porque su corazón se llenó del veneno de la INGRATITUD, la SOBERBIA y la ENVIDIA en contra de Su Creador y de Su Hijo Jesús, por lo tanto Dios no permitirá que moremos en Su presencia y en la de Jesús contaminados con sentimientos que proceden del príncipe de las tinieblas y no de la Luz Verdadera.
¿Qué es lo que vamos a hacer para mantener a los “TRES PERROS PELIGROSOS” bajo Su control y así no produzcan heridas profundas en los corazones de otras personas con las cuales nos relacionamos?
El primer paso que debemos tomar es el de aceptar la invitación que Jesús nos hace de ir siempre a El con las cargas de nuestras almas y en segundo lugar debemos ser obedientes al mandamiento “Aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29; Nueva Biblia de los Hispanos)
Finalmente, debemos recordar las palabras que el Maestro dijera hace dos mil años sentado en un monte cercano al Mar de Galilea: “Bienaventurados (Felices) los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos…Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra…Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios…Bienaventurados los que procuran la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios”. (Mateo 5:3,5,8,9; Nueva Biblia de los Hispanos)
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”