Unas 3000 personas se suicidan cada día alrededor del mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que ocurren más de 1.1 millones de suicidios anualmente; convirtiéndolo en la decimotercera causa de fallecimientos y en una de las tres principales causas de muerte entre los jóvenes de 15 a 34 años, aunque la mayoría de los casos se da entre adultos de más de 60 años. Se suicidan más hombres que mujeres, en relación de tres a uno.
En el año 2006, la OMS con sede en Ginebra, Suiza; informó que el 90% de los suicidios se debió a trastornos o desórdenes mentales entre los cuales el 60% de los casos fue desencadenado por un estado de depresión continua en la persona.
¿Por qué una persona decide suicidarse?
La misma organización anteriormente mencionada expuso una serie de factores que pueden contribuir a una crisis depresiva como lo son: sentimientos de falta de valor o desesperanza, falta de capacidad para enfrentar los problemas personales e interpersonales, abuso físico o sexual, enfermedades físicas y/o dolores crónicos, cambios socioeconómicos, abuso de sustancias tóxicas, etc.
Séneca, un filósofo estoico romano (4a.C. – 65d.C.) enseñaba que el suicidio era un acto de heroísmo, el último y el más enérgico que una persona verdaderamente libre tomaba con el fin de librarse de inevitables servidumbres por el resto de su vida.
Pensadores contemporáneos concuerdan con Séneca al afirmar que el suicidio contribuye para limpiar la deshonra o el deshonor de los actos negativos que una persona ha cometido durante su vida. Schopenhauer decía que el suicidio es “la positivación máxima de la voluntad humana”
¿Concuerda la Biblia con la filosofía de los hombres?
La palabra suicidio literalmente no aparece como tal en los idiomas originales que fue escrita la Biblia, pero las Sagradas Escrituras registran siete casos de personas que cometieron el acto del suicidio (latín “sui caedere”; matar a uno mismo) y/o pidieron a otra persona acabar deliberadamente con sus vidas: Abimelec (Jueces 9:54), Sansón (Jueces16:28-30), Saúl (1Samuel 31:4), el escudero de Saúl (1Samuel 31:5), Ahitofel (2 Samuel 17:23), Zimri (1Reyes 16:18) y Judas Iscariote (Mateo 27:5).
Ninguno de los casos que encontramos en la Biblia de personas que se suicidaron, algunos de ellos hasta habían sido ungidos por Dios mismo, recibieron Su “aprobación moral”. Dios lo único que hizo fue permitir que ellos ejecutaran una decisión tomada por el derecho al uso del libre albedrío que El confirió a cada ser humano desde que el hombre fue creado por Su mano y habitó en el Jardín del Edén.
El quitarse uno mismo su vida es un “homicidio” (aunque el victimario y la víctima son la misma persona) y es mencionado por Pablo como una de las obras de la carne (Gálatas 5:21). Además, este crimen viola específicamente la orden que encontramos en Éxodo 20:13 de “NO MATARAS”, conocido como el quinto mandamiento del Decálogo dado por Dios a Moisés en el monte Sinaí.
Asimismo, es un atentado de mano alzada en contra de la Soberanía de Dios sobre la vida de cada ser humano que El permitió que existiera en esta tierra. Nuestro Creador específicamente dijo: “YO HAGO MORIR, Y YO HAGO VIVIR” (Deuteronomio 32:39)
La Licenciada Ana Muñoz, directora del Centro de Psicología y Terapia Virtual (CEPVI); nos dice: “El suicida siente un dolor emocional que se le hace insoportable, se siente desesperado, piensa que nada cambiará en el futuro, que no puede contar con nadie que le dé apoyo y no ve más salida a su sufrimiento que la muerte”.
¿Puede un hijo de Dios llegar a considerar el suicidio como una forma de escape para no enfrentar y/o terminar con sus aflicciones y problemas personales?
Lamentablemente, he conocido personas que profesando ser Cristianos han atentado y/o han considerado suicidarse y otros que sí consumaron el acto del suicidio porque no vieron “más salida a su sufrimiento que la muerte”.
Nosotros debemos aceptar la realidad que vivimos en un mundo que está pagando las consecuencias de la desobediencia de nuestros primeros padres en el Jardín del Edén y una de éstas consecuencias es la aflicción que puede llegar a golpear nuestras vidas de diferentes maneras.
Jesús mismo nos advirtió que tendríamos tiempos de aflicción pero a su vez expresó lo siguiente: “Estas cosas os he hablado para que EN MI TENGAIS PAZ. En el mundo tendréis aflicción; PERO CONFIAD, YO HE VENCIDO AL MUNDO.” (Juan 16:33)
El apóstol Pablo escribió: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; PERO FIEL ES DIOS, QUE NO OS DEJARA SER TENTADOS MAS DE LO QUE PODEIS RESISTIR, SINO QUE DARA TAMBIEN JUNTAMENTE CON LA TENTACION LA SALIDA, PARA QUE PODAIS RESISTIR.” (1Corintios 10:13)
La palabra “tentación” en el original griego “peirasmós” significa “poner a prueba”. Entonces Pablo lo que nos está diciendo es que Dios no permitirá jamás que “seamos probados más de lo que podemos resistir” y también nos da la garantía que “con la prueba nos dará la salida, para que podamos resistir”.
¿Y cuál es la “SALIDA”? ¿Es el “SUICIDIO”? ¡NO!
La “SALIDA” es JESUS el “PRINCIPE DE PAZ” (Isaías 9:6), el mismo que dijo: “El ladrón (Satanás) no viene sino para hurtar y matar y destruir; YO HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA, Y PARA QUE LA TENGAN EN ABUNDANCIA.” (Juan 10:10)
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”