Jesucristo en el Antiguo Testamento

JESUCRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Pablo Santomauro

Nota:
Hemos tratado en este estudio de preservar el estilo oral típico de nuestras clases a los efectos de involucrar al lector como un miembro más de la clase. Es mi deseo que este estilo informal pueda ser del agrado del lector, así como más personal e íntimo que un estilo literario académico.
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Introducción

Una de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana es que Jesús es Dios. Esto está claramente expresado en todo el Nuevo Testamento. Si uds. revisan los escritos de Pablo van a notar la doctrina expresada en varias de sus cartas, particularmente Gálatas, Filipenses y Colosenses.

Recordemos la función que cumplió Pablo, o sea el papel primario de Pablo en la iglesia primitiva. Pablo fue un misionero, llevó el mensaje del evangelio a las naciones. En sus epístolas Pablo respondía preguntas y tocaba problemas que habían surgido en las iglesias que el fundó. También respondía sobre errores que le habían sido reportados a los efectos de que fueran corregidos, para que de esa forma las iglesias conservaran la doctrina correcta. Es por esto que en las cartas mencionadas, Pablo consideró necesario presentar un manifiesto claro de la deidad de Jesucristo. Sucedía que cierta gente venía desde afuera y buscaba corromper el mensaje simple del evangelio. Uno de los errores más comunes que comenzaron a enseñarse era que Jesús no era Dios. Otro error, no menos común, era que Jesús no era humano. Pablo corrige esto estableciendo sin lugar a dudas que Jesucristo es totalmente humano y totalmente Dios, y que ambas naturalezas son críticas para el papel de Cristo en la redención de la humanidad. Si no es humano no puede simplemente representarnos frente a Dios, y si no es Dios, no puede pagar por los pecados de toda la humanidad, porque una simple criatura apenas puede pagar por los pecados suyos y nadie más.

Remontémonos al final del primer siglo; los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) ya habían sido escritos; ya llevaban varios años en circulación. Las epístolas de Pablo también tenían años circulando. Habían pasado más de 50 años de la muerte de Cristo cuando Juan, en el decenio de los noventa, sintió que era necesario escribir otro evangelio, el evangelio de Juan. ¿Por qué? Después de todo ya habían en existencia tres evangelios inspirados. ¡Juan, para qué otro más! Respuesta, para presentar y defender la deidad de Jesús. Lo mismo hace Juan cuando escribe las tres epístolas que llevan su nombre – ¿Por qué? Porque había falsos maestros negando que Jesús era Dios.

A través de toda la historia de la Iglesia siempre ha habido gente que promulgó doctrinas contrarias a las de los apóstoles y Jesucristo mismo. Este tipo de enseñanza no sólo creaba controversia dentro de la Iglesia, sino que también le causaba dificultades a la gente para entender lo que debían creer y lo que significaba ser un cristiano.

Esta situación ha permanecido durante dos mil años. Es por esto que las personas involucradas en una mentira, por ignorancia o porque han resistido al Espíritu Santo al punto de rechazar el verdadero evangelio, pueden presentarse en la puerta de su casa, en la calle o en el trabajo, e invitarlos a concurrir a su iglesia. Ellos se ven y oyen sinceros, son dedicados, y utilizan las mismas palabras que nosotros usamos. Les van a decir, “Nosotros creemos que Jesús es el Hijo de Dios”. Pero si uds. investigan un poco se van a dar cuenta que le llaman el Hijo de Dios, pero es un ser creado, o un dios diferente del Padre, y para otros Jesús, el Padre, y el Espíritu Santo son todos la misma persona. En el análisis final Jesús es cualquier cosa menos el Dios de la Biblia.

Mis hermanos, cuando uds. escuchan que Jesús es cualquier cosa y no es Dios Hijo, segunda persona de la Trinidad, igual con el Padre en naturaleza y en atributos, denle gracias muy amablemente a la persona que tienen enfrente tratando de llevarlos a su grupo y aléjense lo más que puedan.

Satanás se disfraza como ángel de luz (2 Cor.11:14), sus ministros también. Alguien dirá, “¡Ah!, pero creen en Jesús”. Sí, ¿pero en qué Jesús? A veces decimos, “Se ven tan buena gente”, “Viven decentemente”, “Yo conozco uno que le da la mitad de su salario a la madre”. Mis hermanos, eso no interesa. El ateo puede vivir así, eso no quiere decir que tengan la verdad. El hecho de que tengan el mismo lenguaje que nosotros no indica que tengan la verdad, y en lo que tiene que ver con la eternidad, con el destino eterno, uds. quieren la verdad, porque la mentira les puede costar eternamente.

Reitero, Satanás se difraza como ángel de luz. No piense que esta gente va a venir a su casa, o lo van a encontrar en las calle, o en el trabajo, y le van decir, “Vengan a nuestra iglesia, allí creemos que Jesús es un demonio”. ¡No! “Jesus es el Hijo de Dios” es lo que les van a decir. ¡Cuidado!

Les hago esta advertencia porque es la mejor forma de llegar a uds., a la iglesia de Cristo en estos tiempos modernos. En siglos pasados, cuando los cristianos eran confrontados con el error sabían defender su doctrina, estaban preparados. El el siglo 4to. si uds. entraban en una tienda a comprar algo, en cualquier ciudad del mundo mediterráneo, la primera cosa que el dueño del local les iba a preguntar era su opinión acerca de si el Hijo era creado o no, si Jesús era igual al Padre o no, era el tema del día. La gente estaba interesada en el mensaje de salvación y la verdad de Cristo.

Han pasado 1600 años, y hoy en día, los cristianos no sabemos lo que creemos. No podemos explicar nuestra fe frente aquellos que la cuestionan, no podemos presentar a Jesús, ni decir quién es en relación a la Deidad. No podemos explicar la Trinidad tampoco. ¿Por qué? Porque estamos muy ocupados bailando en la alabanza, o recibiendo tal o cual bautismo especial, o muy ocupados quitando demonios, o hablando en lenguas o cayéndonos al piso, o “parando de sufrir”, o leyendo “Left Behind”.

Discúlpenme aquellos que leen la serie de Tim LaHaye, Left Behind. Es muy interesante, pero no me digan que se edifican espiritual y doctrinalmente leyendo la novela hasta la una de la mañana. ¡Lean la Biblia! Yo sé quienes son los lectores. Lo sé porque uno de ellos me pasa los libros después que los termina de leer. Confieso que yo los leo. Pero debe de haber un balance en lo que consumimos.

Lo cierto es que los cristianos y los pastores modernos no tenemos tiempo para doctrina, pero sí tenemos tiempo para montar un circo de mayores proporciones, de modo que nuestra fe ha sido desprestigiada en esta sociedad, principalmente por hombres y mujeres que han usado la TV con gran efectividad para convencer a la gente que los cristianos somos un grupo de fanáticos ignorantes de mentalidad regresiva.

¡Con razón el desaparecido Peter Jennings, de la cadena ABC, al montar el documental “In Search of Jesus” (En Busca de Jesús) hace unos años, cuando decidió entrevistar a los expertos no fue a los eruditos cristianos que realmente son cristianos, porque la gente piensa que los cristianos somos un conjunto de payasos! Entonces prefieren entrevistar a desgracias académicas como Robert Funk y John Crossan, del “Jesus Seminar”, que bajo el disfraz de universitarios se han dedicado a probar que el Jesús de los cristianos no es más que una fantasía, una creación mitológica, y que los evangelios fueron escritos no por los apóstoles, sino por otra gente, muchos años después de la muerte de los apóstoles. Eso es lo que pusieron en la pantalla para que el público general consumiera. Claro, esto no exime de responsabilidad a Peter Jennings, quien falleció recientemente. Murió sin haber encontrado a Jesús. Lo buscó en el lugar equivocado, pero en última instancia él fue el responsable de su búsqueda manipulada, una búsqueda para encontrar al Jesús que él quería encontrar, el que no era el Hijo de Dios.

Algunos de uds. tienen un buen entrenamiento en apologética, y a través de los años han venido escuchando argumentos por la Deidad de Jesucristo, los cuales manejan muy bien. Son los más conocidos, y han sido taladrados en nuestra mente a través de diversos conductos, ya sea por un pastor que toma la doctrina en serio, o por libros de apologética, o por medio de “The Bible Answer Man” u otros programas de radio especializados en preguntas y respuestas, más que nada tratando con apologética popular. Nosotros no vamos a trabajar con esos versículos porque eso añadiría a la tortura de escucharme a mí. Por eso vamos a tratar con pasajes menos usados, menos conocidos, que no por ello dejan de ser concluyentes en la materia.

JESUCRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Uds. no tendrían problema ninguno si yo les hablo de Cristo Jesús encarnado en forma humana, y lo sitúo en el período de tiempo entre su nacimiento y su muerte y su ascención a los cielos. Nada fuera de lo común en esto, es la historia del Nuevo Testamento.  Pero si yo les digo que Cristo se hizo presente durante los tiempos del Antiguo Testamento, que se apareció a varios individuos, que habló con ellos, que comió con ellos, es decir, se presentó en forma humana y en algunas ocasiones desplegó parte de su gloria, ¿me creerían?

Es más, si yo les digo que todas las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento fueron apariciones de la Segunda Persona de la Trinidad, Cristo, y les digo que el que habló con Adán, Enoc, Noé, Abraham, Jacob, etc., fue Cristo, ¿Me creerían? Una afirmación de tal clase demanda evidencia sólida por parte de la persona que la hace, y eso es lo que vamos a ver hoy.

Comencemos primero que nada con un pasaje en el Nuevo Testamento. Una de las reglas básicas de interpretación bíblica es que el Antiguo Testamento debe ser entendido a la luz del Nuevo Testamento. En otras palabras, la información que el Nuevo Testamento nos da arroja luz sobre pasajes del Antiguo Testamento, de modo que podamos interpretarlos mejor, con más claridad. Veamos Juan 1:18, aquí el apóstol Juan nos dice:

A Dios nadie le vió jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Este versículo ha causado grandes dificultades a los nuevos estudiantes de la Biblia, por el hecho de que ya tienen en su mente la idea de Dios en el Antiguo Testamento caminado y hablando en una forma muy personal con algunos hombres tales como Adán, Enoc y Moisés, por citar a algunos.

Estamos aquí frente a un caso de los que se conoce como “contradicción aparente”, la solución del cual nos lleva a descubrir una verdad maravillosa. Yo pienso que Dios ha introducido en su Palabra contradicciones aparentes a los efectos de motivar a los que toman la Biblia en serio a profundizar en la Palabra y así llegar a conocer verdades hermosas que lo van a situar más cerca de Dios.

En el versículo en cuestión, voy a aventurar lo siguiente, pienso que podemos sin ningún temor, basados en la información bíblica (Jn. 1:18; 4:24: 6:46), sustituir la palabra “Dios” en la primera cláusula con la palabra “Padre” de la segunda cláusula. El verso entonces leería así:

Al Padre nadie lo vio jamás, el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Es de esta forma, entonces, que podemos ir a pasajes como Exodo 24:9-11 y leer:

“Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; y vieron al Dios de Israel;  y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. Mas no extendió su mano sobre los príncipes de los hijos de Israel; y vieron a Dios, y comieron y bebieron.”

Reitero, vieron a Dios. ¿Cómo reconciliamos esto con el pasaje que dice que a Dios nadie le vio jamás? La contradicción sólo puede ser resuelta si entendemos que el Dios que ellos vieron no era ni más ni menos que Jesucristo mismo, en su existencia pre – encarnación.

Ahora, esto no es ningún descubrimiento. Muchos Padres de la Iglesia comentan sobre esto y teólogos modernos de gran reputación asienten. Pero lo que es sorprendente es que mucho tiempo antes de que el Nuevo Testamento fuera escrito, una sencilla mujer como Elisabet, esposa de Zacarías, percibió la verdad de que el hijo que María cargaba en su vientre era el Señor mismo – Elisabet reveló esto cuando saludó a María, en Lc.1:43, con estas palabras: ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

Para nosotros, que ya tenemos el Nuevo Testamento completito, desde nuestra perspectiva, es difícil ver la importancia de estas palabras de Elisabet, las pasamos por alto. ¿Cómo supo ella esto? ¿Fue una revelación especial dada en ese momento o fue simplemente el estudio de las Escrituras del Antiguo Testamento guiado por el Espíritu de Dios? Creemos que esto último es la respuesta. Elisabet estaba identificando a Jesús de Nazaret como el Jehová del Antiguo Testamento, es todo.

JESUS ES JEHOVA

Déjenme demostrarles a uds. como es bien sencillo identificar a Jesús de Nazaret como Jehová del Antiguo Testamento. Todo lo que tenemos que hacer es ir a la visión de Isaías (Is. 6). Recuerden, ya hemos establecido que nadie ha visto al Padre, por lo tanto el SEÑOR que Isaías vio no puede haber sido nadie más que Jesucristo. Ahora, ¿es ésta una buena deducción? Yo pienso que sí. Vayamos a Isaías 6.

En el v. 5 Isaías dice que ha visto al Rey, a Jehová de los ejércitos (sobre el final del versículo, lo ven?)

A continuación, el profeta cuenta cómo su autoestima es avasallada por la visión gloriosa. Luego recibe la comisión de ir y hablar a su pueblo a pesar de que la gente no lo va a oír de todas maneras – verso 10:

Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad.

Tengan presente este versículo de aquí en adelante.

Ahora vayamos a Juan, capítulo 12. Juan aquí registra el hecho de que a pesar de que Cristo había hecho cosas maravillosas (milagros), y la gente lo había recibido en forma triunfante cuando entró en Jerusalén humildemente montado en un asno, los oficiales de la nación habían rechazado de plano su mensaje.

Leamos del v. 37 al v. 41:

Pero a pesar de que  [Jesús] había hecho tantas señales delante de ellos, no creían en él; para que se cumpliese la palabra del profeta Isaías, que dijo: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? ¿ Y a quién se ha revelado el brazo del Señor? Por eso no podían creer, porque también dijo Isaías: Cegó los ojos de ellos, y endureció su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Isaías dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él [Jesús].

La Nueva Versión Internacional remata mejor aun en el v. 41:

Esto lo dijo Isaías porque vio la gloria de Jesús y habló de él.

¿Ven ustedes? Bien claro, el personaje glorioso delante del cual Isaías se postró, era Jesucristo. El v. 3 de Isaías 6 le llama a este personaje “Jehová”, y este Jehová es nada más ni nada menos que Jesús de Nazaret. Más adelante, cuando Jesús recibió su nombre por mandato divino, en Mt.1:21, su identidad total como Jehová quedó firmemente estampada, porque el nombre Jesús es una transcripción griega del nombre Josué. Josué, en el hebreo original, es la abreviación de dos palabras hebreas: Jehová Salva.

Claro, eso NO significa que el Josué del Antiguo Testamento era Jehová. ¿Por qué entonces debemos decir que Jesús es Jehová? Además, Jesús era un nombre muy común en la época. Respuesta: Porque el ángel aclara en Mt.1:21, que él (Jesús) salvará a su pueblo de sus pecado. El único que puede perdonar pecados (redimir o salvar gente de sus pecados, es Dios), esto está bien establecido en la Biblia. Los judíos lo entendían así, lo que demuestra que con respecto a eso, interpretaban bien el Antiguo Testamento.

Una objeción a nuestro argumento es que el mismo pasaje de Isaías 6 es citado por Pablo (pluma de Lucas de por medio) en Hechos 28:25-27, cuando habló con los judíos en Italia:

Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse, les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo: Ve a este pueblo, y diles: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis; Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos han cerrado, Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane.

Esto mismo se cita en Juan 12:40-41, y ésta es la profecía del profeta Isaías que está en su libro, capítulo 6, versículos 9-10. Juan dice cuando Isaías vió la Gloria de Jesús y habló acerca de él, pero Pablo dice que fue el Espíritu Santo el que le habló a Isaías. Los enemigos de la Trinidad ven aquí una contradicción: ¿Quién fué el que le habló al profeta Isaías, Jesús o el Espíritu Santo?

En realidad no existe ningún desacuerdo entre Juan y Pablo. Ambos pasajes son declaraciones complementarias de un mismo suceso. Juan identifica al personaje que Isaías vio, como Jesucristo. Pablo identifica la voz que Isaías escuchó, como la voz del Espíritu Santo.

Isaías 6:8 nos dice que Isaías oyó la voz del Señor. Esta es la voz que Pablo identifica como la del Espíritu Santo en Hechos 28: 25-27, pero esto no significa que el Señor que Isaías vio fue el Espíritu Santo – especialmente sabiendo que el Espíritu es invisible. Si ponemos atención al resto de Isaías 6:8 veremos que la voz que habla pregunta ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?

Cosas a tener en cuenta:

1. Primero, la voz se identifica como una persona (singular), e inherentemente como una persona que comisiona  a los hombres para llevar un mensaje especial o particular.

2. En el Salmo 95:6-10, en el contexto de una exhortación a Israel leemos: “Si oyeres hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón”. Hebreos 3:7-10 hace alusión a este pasaje e identifica la voz como la voz del Espíritu Santo.

3. Este es el mismo Espíritu, tercera Persona de la Trinidad, que aparece en el Nuevo Testamento llamando y comisionando a diversas personas. Es el mismo Espíritu que es contristado por los hijos de Israel durante 40 años (Is. 63:8-10).

4. En la segunda parte de la pregunta, el personaje que habla cambia del singular al plural (quién irá por nosotros), clara indicación de que hay una pluralidad en la visión de Isaías.

Como vemos, lejos de estar frente a una contradicción, estamos frente a una hermosa revelación donde podemos apreciar la presencia de Jesús y la del Espíritu Santo, y ambos son llamados “Señor”. El Espíritu Santo, el Autor de la Escritura, inspira a Juan y a Pablo siglos más tarde (coherente con el principio escritural de Revelación Progresiva) para darnos un cuadro más completo de la visión de Isaías 6.

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Proseguimos. No solamente en el principio de sus días Jesús es identificado como Jehová, sino también en el final de su vida aquí en la tierra. Vayamos a un pasaje bien conocido, está en Zacarías. El pasaje es profético, leamos Zacarías 12:10. Aquí hay un personaje que está hablando y dice:

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.”

El significado profético de este pasaje es obvio, habla de los últimos tiempos, o sea, cuando el Señor retorna a establecer su reinado. La alusión al que traspasaron es obvia referencia a la crucifixión. El apóstol Juan hace mención de este versículo en Juan 19:37 con referencia a Jesucristo. Leamos desde el v. 36:

Porque estas cosas sucedieron para que se cumpliese la Escritura: No será quebrado hueso suyo  (Sal. 34:20; Ex.12:46) – v.37 – y también otra Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

No hay duda entonces que Zac. 12:10 se refiere a Jesucristo. No sólo eso, el que habla es Jesucristo: y mirarán a mí (Jesucristo), a quién traspasaron.

Ahora, veamos en el mismo capítulo de Zacarías, el verso 4. Vamos a identificar aquí a la persona que está hablando en el vers. 10, la que dice y mirarán a mí, a quién traspasaron. El versículo 4 de Zacarías 12 comienza diciendo: En aquel día, dice Jehová. Jehová es la persona que comienza hablando aquí y continúa haciéndolo hasta el final del capítulo. Y este es el mismo Jehová al cual Juan identifica como Jesús en su evangelio. Conclusión inevitable, JESUS ES JEHOVA.

Vemos entonces que la identificación del Señor Jesús con Jehová en el Antiguo Testamento era tan obvia, tan evidente para los escritores del Nuevo Testamento, que ellos continuamente hacían referencias al Antiguo Testamento para iluminar, aclarar, o explicar los reclamos que Jesucristo hacía con respecto a su persona.

Corresponde ahora salirle al paso a nuestros amigos (o enemigos) modalistas, porque este mismo versículo ellos lo usan para decir que el Jesús que murió en la cruz es el Padre descrito en Zacarías 12:10. Para ellos, Jesús es el Padre. El gran problema que se les presenta es que  la Biblia jamás dice que el Padre fue traspasado. Los modernos patripasianos, como los Pentecostales Unicitarios, pretenden interpretar Zac. 12:10 de acuerdo a su retorcida teología, pero al hacerlo caen en una de sus más grotescas contradicciones internas. Primero, porque el apóstol Juan claramente dice que Zac. 12:10 es proféticamente cumplido cuando el soldado romano traspasó el cuerpo crucificado del HIJO en la cruz (Jn. 19:32-34), y vuelve a confirmar su interpretación en Apocalipsis 1:7. Es el Mesías el que es traspasado (Jn. 19:32-34), y es el Hijo el que es lamentado (Ap. 1:7).

Y segundo, de acuerdo con la teología modalista, el Padre es el Espíritu dentro del cuerpo de carne del Hijo. En cierta forma, cuando alguien dice que el Padre es el Hijo no hace justicia a la doctrina modalista de los Pentecostales Unicitarios, porque el Hijo es solamente el cuerpo o velo de carne en el cual mora el espíritu del Padre. Ese espíritu se fue del cuerpo del Hijo en el momento de la muerte y hasta un modalista sabe que un espíritu no puede ser traspasado. Por lo tanto, al decir que el Padre (o Jesús – el nombre del Padre es Jesús, según ellos) es el personaje que está hablando en Zac. 12:10, los modalistas sufren una penosa derrota doctrinal. Es el Hijo el que está hablando, y esto nos lleva a una segunda y humillante derrota. Según los Pentecostales Unicitarios, el Hijo no existió antes de su concepción en el vientre de María. Pero Zacarías 12 lo presenta irrefutablemente como existente y hablando antes de la Encarnación.

Resumiendo:
Hemos visto hasta ahora que:

1) Jesucristo es el personaje que aparece en el Antiguo Testamento a diferentes profetas,

2) Jesucristo es llamado Jehová en el Antiguo Testamento.

EL PADRE EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

A esta altura del estudio alguien puede decir, como hemos escuchado antes de mucha gente: “Bien, si las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento son apariciones de Jesucristo, ¿dónde encontramos al Padre en el Antiguo Testamento?”

Esta pregunta debe ser contestada en términos bien firmes y claros, a los efectos de refutar la herejía de los Pentecostales Unicitarios, conocidos también como los “Sólo Jesús”, y de la cual ya venimos hablando. Esta es la herejía milenaria de Sabelio, la cual dice que Jesús es el mismo personaje que apareció a la humanidad como el Padre en tiempos del Antiguo Testamento, luego como el Hijo durante su estadía aquí en la tierra, y hoy en día como el Espíritu Santo. Algo así como una obra de teatro en tres actos con el mismo personaje cambiando su careta cuando se levanta el telón al comienzo de cada acto.

¿HAY EVIDENCIA DE QUE HAY DOS PERSONAS LLAMADAS JEHOVA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO?

Respuesta: Sí la hay. Lo que sucede es que como estamos familiarizados con los textos, los pasamos por alto. No estoy hablando de textos que son obvios, como el Salmo 110:1: Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Este es uno de los pasajes del Antiguo Testamento que Jesús cita más adelante a los efectos de reclamar frente a los judíos que El es Dios. En este versículo tenemos a Dios hablando con alguien más, y le llama Señor (la palabra “Señor” en hebreo es ADONAI). Adonai  es uno de los títulos de Dios en el Antiguo Testamento. Tenemos entonces dos personas que son igualadas con Dios en este Salmo. Aquí es obvia la existencia de dos personas.

Pero en pasajes como Amós 4:11, tenemos que mirar el texto más en detalle. El Señor está hablando con el pueblo de Israel respecto al abandono de sus caminos. Lo leo, escuchen bien lo que dice el Señor:

Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y Gomorra, y fuistes como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

El Señor está hablando y dice: Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y Gomorra. Tenemos aquí una persona que está hablando y que menciona a otra persona y le llama Dios. Podemos asumir sin problemas que el que habla es Jesucristo, y que el juicio sobre estas ciudades fue llevado a cabo por toda la Deidad. Esto es consistente con la idea bíblica de que el Señor Jesús tiene una relación especial con Israel. En lo que tiene que ver con las naciones paganas (en el Antiguo Testamento) Dios trata con ellas en su carácter de Deidad, pero con Israel había un mediador especial entre la deidad y el pueblo escogido. Esto es claro y emerge de Deuteronomio 9:10:

(Moisés hablando) Y me dió Jehová las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios …..

El pasaje NO dice: Y me dio Jehová las dos tablas de piedra escritas con su propio dedo (o su dedo) .

Hay dos personas involucradas en esta transacción, una de las cuales, el Señor Jesucristo, era el mediador del Antiguo Pacto. Hebreos 9:15 nos dice que el mismo Señor es el mediador del Nuevo Pacto. En ambos Pactos el mediador es Jesucristo, porque hay un solo mediador entre Dios y los hombres (1 Ti. 2:5).

Bien, como ya hemos dicho, la presencia de dos personas es constantemente afirmada por la Escritura. En Exodo 21:12-13, por ejemplo, el Señor está hablando (el tema es la pena capital y el asesinato involuntario):

El que hiriere a alguno, haciéndole así morir, él morirá. Mas el que no pretendía herirlo, sino que DIOS(1) lo puso en sus manos, entonces YO(2) TE(3) señalaré lugar al cual ha de huir.

Hay tres personas en el versículo. 1) El Padre 2) Jesucristo 3) Moisés.

Más evidencia de la presencia del Padre en el Antiguo Testamento: Vayamos a Génesis 19:21, la destrucción de Sodoma y Gomorra. Ustedes conocen la historia, no vamos a abundar en detalles.
Lot es conducido fuera de la ciudad de Sodoma para que escape. El pide que se le deje escapar a la ciudad de Zoar, y en el verso 21 alguien diferente de los dos ángeles le responde:

He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado.

Observen que la persona que dice esto recibe oraciones, y también las contesta, por lo tanto tiene que ser Deidad definitivamente. Es más, déjenme adelantarme, es el Señor Jesucristo. Leamos el vs. 24:

Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos.

¿Ven? Dos personas, ambas llamadas Jehová – Jehová Padre en los cielos (recuerden la premisa: al Padre nunca nadie le vió – Juan 1:18), y Jehová Hijo, Jesucristo, la persona que habla con Lot.

Claro, cristalino, sin lugar a confusión.

Yo solamente he seleccionado estos pasajes para que uds. vean de qué manera la Palabra de Dios ha velado si se quiere, y al mismo tiempo revelado en parte, en el Antiguo Testamento, la naturaleza de la Trinidad.

De alguna forma, hemos sido condicionados, sin ninguna mala intención por supuesto, a pensar que pedir u orar a Dios en el nombre de Jesús es esencialmente una práctica del Nuevo Testamento.  Realmente no es así, vamos a Daniel 9:17. Aquí vamos a encontrar, para nuestra sorpresa, que la oración de Daniel a Dios fue hecha en el nombre de Jesús también:

Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, POR AMOR DEL SEÑOR.

Por amor del Señor – Este Señor era Jesús.

Si uds. leen el Antiguo Testamento cuidadosamente van a ver que hay muchas instancias donde 2 personas están claramente involucradas. Esta realidad, sin embargo, no fue enfatizada especialmente por los que escribieron el Antiguo Testamento, lo que tiende a mostrarnos más que nada que la existencia de 2 personas dentro de la Deidad se daba por sentada, por conocida, por lo cual no sintieron la necesidad de fijar su atención en ello.

Resumiendo:
1. Todas las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento corresponden a apariciones de Jesucristo, 2da. persona de la Trinidad.

2. Jesucristo es llamado Jehová en el Antiguo Testamento.

3. Hay evidencia sólida de dos personas en la Deidad en el Antiguo Testamento. Ambas son llamadas Jehová; Jehová Padre y Jehová Hijo.

EVIDENCIA POR TRES PERSONAS EN LA DEIDAD EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

Hemos establecido que los escritores del Antiguo Testamento reconocían la existencia de más de una persona en la Deidad. Pero, ¿hay pasajes donde se pueden identificar claramente 3 personas en un mismo contexto en el Antiguo Testamento? ¡Sorpresa! Definitivamente, sí los hay.

Consideremos por ejemplo Isaías 48: 16 y 17:

Acercaos a MI, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto, desde que eso se hizo, allí estaba YO; y ahora me envió JEHOVA EL SEÑOR, y SU ESPIRITU. Así ha dicho Jehová, Redentor tuyo, el Santo de Israel: Yo soy Jehová Dios tuyo, que te enseña provechosamente, que te encamina por el camino que debes seguir.

Si ustedes examinan cuidadosamente el pasaje y van por las mayúsculas, van a distinguir que hay 3 personas mencionadas en el texto.

Isaías 61:1

El espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel.

Aquellos que conocen el pasaje saben que Jesucristo lo citó en la sinagoga (Lc.4:18-19) frente a una audiencia que estaba maravillada con su gracia y su conocimiento. Cuando él terminó de leer, retornó el rollo al ministro de la sinagoga y dijo: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (Lc. 4:21).

No hay duda entonces quien es el   de Is. 61:1, es Jesucristo. El Espíritu de Jehová el Señor es el Espíritu Santo, y el Señor es el Padre. Yo creo que aquí el Señor Jesucristo está diciendo que él ha sido ungido por designio de toda la Deidad, El fue enviado tanto por el Padre, como por el Espíritu Santo, y El vino igualmente por su propia voluntad.

Por supuesto que uds. pueden encontrar referencias al Espíritu Santo a través de todo el Antiguo Testamento, sólo quise mostrarles textos donde las tres personas de la Trinidad son mencionadas en un mismo pasaje o contexto del Antiguo Testamento. Lo mismo sucede también en el Nuevo Testamento

TRES PERSONAS EN EL MISMO PASAJE EN EL NUEVO TESTAMENTO

Observemos un par de pasajes en el Nuevo Testamento. Por favor, tengan en cuenta que “Señor” y “Dios” se usan para toda la Deidad como una unidad, como cuerpo gobernante si se quiere, pero también se usan para cada miembro de la Deidad – El Padre es llamado Señor, el Hijo es llamado Señor, y el Espíritu Santo es llamado Señor. Lo mismo sucede con  “Dios”, los tres personajes son llamados Dios.

2 Tesalonicenses 3:5 :

Este pasaje es fácil de pasar por alto sin darnos cuenta de las implicaciones. Pablo escribe:

“Y el SEÑOR encamine vuestros corazones al amor de DIOS, y a la paciencia de CRISTO”.

Si la palabra SEÑOR se refiriera a Dios Padre en este caso, la frase tendría que decir: “Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de él / suyo, y a la paciencia de Cristo”.

Si la palabra SEÑOR se refiriera a Cristo se leería así: “Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de él mismo “.

De la forma en que se ve, la palabra Señor no puede referirse a otra persona más que al Espíritu Santo, y el papel del Espíritu Santo es precisamente el encaminarnos o dirigirnos a muchos lugares y muchas cosas.

1 Tesalonicenses 3:11-13:

Mas el mismo Dios y Padre nuestro, y nuestro Señor Jesucristo, dirija nuestro camino a vosotros. Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.”

Cuando uds. miran estos versículos en detalle, es evidente que el Señor del v.12, el que nos hace crecer y abundar en amor, es el mismo que en el v.13 nos afirma en santidad delante de Dios Padre y el Señor Jesucristo – La estructura del pasaje nos indica que las tres personas de la Deidad están involucradas en la admonición de Pablo.

Conclusión:

1. Todas las apariciones de Dios en el Antiguo Testamento corresponden a apariciones de Jesucristo, 2da. persona de la Trinidad.

2. Jesucristo es llamado Jehová en el Antiguo Testamento.

3. Hay evidencia sólida por la existencia de tres personas en la Deidad, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. @

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