¿Profetas Modernos?

¿Profetas Modernos? por Pablo Santomauro  

¿Quiere saber su futuro? ¿Que le adivinen la suerte? ¡No vaya a los adivinos que  le cobran dinero! Vaya a una iglesia evangélica de las tantas existentes en el  día de hoy, donde un “profeta” le puede anunciar una profecía directamente de  Dios y en forma gratuita (supuestamente).

Con el paso del tiempo he desarrollado una saludable intolerancia hacia los que  hoy se auto-llaman “profetas” en la iglesia.

La semana pasada estuve mirando un  programa en Alma Visión llamado “Consejería Pastoral”, donde dos  supuestos profetas contestaban preguntas del público relacionadas con su  presunto ministerio. Una televidente llamó y dijo que un profeta en su iglesia  le había anunciado que estaba embarazada con una niña, y que esa niña iba a ser  una mujer de Dios.

La profecía no se cumplió, ella no estaba embarazada y esto  trajo gran dolor a su corazón.

Los supuestos profetas y el director del canal inmediatamente “arrojaron luz”  sobre tan desafortunado suceso. Le respondieron que a veces la profecías son  anunciadas pero son cumplidas en el futuro. Esta respuesta no debe haber dejado  a la mujer muy contenta porque el profeta de su iglesia habló en tiempo presente,  “Usted está embarazada”, dijo. El director de la cadena televisiva expresó que a  veces los profetas se equivocan y aconsejó a la pobre mujer que no se enojara  con el profeta, que lo perdonara, que “no le arrojara piedras”. Muy loable sus  palabras, pero sólo reflejan cuán  bíblicamente desacertado está él. La  implicación era que lo dejara al “profeta” seguir practicando hasta que las  cosas le salieran bien. Esto está en línea con la posición de que si bien la  revelación proviene de Dios, debido a la falibilidad humana del transmisor la  profecía puede emanar erróneamente de los labios del profeta moderno. El por qué  Dios daría una revelación a alguien sin garantías de una comunicación fiel es un  misterio que aun no han explicado.

Claro que en ningún momento se le dijo a la televidente que cuando una persona  reclama hablar por Dios y lo dicho no se cumple, significa que estamos ante un  falso profeta (Dt. 18:20-22). En el AT bastaba una sola falsa profecía por parte  de un profeta para que fuera apedreado (Dt. 13:5). Los autodesignados profetas  hoy son afortunados de no vivir en una teocracia similar a la del AT, porque si  así fuera sus parientes estarían hoy en el redituable negocio de las canteras de  piedra.

Pero el tema de fondo aquí es, ¿existen profetas de Dios en el día de hoy? Miles  de personas que reclaman serlo pueblan las iglesias evangélicas en el presente,  desde líderes hasta seguidores. Estas personas reclaman recibir mensajes  directamente de Dios.

En este artículo estaremos considerando sólo la acepción del término “profeta”  que se refiere a la habilidad de predecir el futuro o traer mensajes directos de  Dios. No nos referiremos a la acción de predicar la Palabra de Dios, i.e., la  Biblia.

¿Qué era un profeta de Dios?

¿Cuál es la definición bíblica de un profeta Dios? En el Antiguo Testamento un  profeta era alguien que hablaba por Dios, un portavoz de Dios. Puesto de otra  forma, un profeta era alguien a través de quien Dios hablaba. Su tarjeta de  presentación era: “Así a dicho Jehová”. Cuando se trataba de profecías orales y  escritas, las palabras vocalizadas o escritas por el profeta no eran las suyas  propias, sino las de Dios:

Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos  hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo. (2 Peter 1:21)

La definición de profeta no cambia cuando llegamos al Nuevo Testamento, es  exactamente la misma. Las palabras del profeta iban  precedidas por “Así dijo el  Espíritu Santo”(Hch. 13:2; 1 Ti. 4:1). Para justificar las pifias de los  profetas modernos, se dice que hay una diferencia entre los del AT y el NT, pero  esto no es verdad. Veamos como ejemplo el caso de Agabo en el NT:

En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y  levantándose uno de ellos, llamado Agabo,(C) daba a entender por el Espíritu,  que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en  tiempo de Claudio. (Hechos 11:27-28)

Y permaneciendo nosotros allí algunos días, descendió de Judea un profeta  llamado Agabo, quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los  pies y las manos, dijo: Esto dice el Espíritu Santo: Así atarán los judíos en  Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los  gentiles. (Hechos 21:10-11)

Queda claro con los pasajes vistos que las marcas del profeta del NT eran: 1)  Hablaba por Dios (Dios hablaba a través de ellos); 2) Predecía el futuro. Estos  dos distintivos eran los mismos para los profetas del AT, no hay diferencia.  Quiere decir que cualquiera que dice ser profeta en el presente, reclama para sí  un título muy alto por el cual tendrá que responder ante Dios algún día.

¿Por qué los profetas de hoy intentan crear una distinción entre el llamado  profético del AT y el NT? Porque quieren evitar que se les examine por medio de  las pruebas bíblicas que delatan a los falsos profetas. La que más  concierne al  tema es la de Deuteronomio 18:21-22; ésta establece que si alguien presume de  hablar por Dios y lo que profetiza no llegara a ocurrir, es prueba de que Dios  no ha hablado. En otras palabras, estamos frente a un falso profeta. El pasaje  culmina diciendo literamente en hebreo, “no le tengas ningún respeto (al falso  profeta)”.

Quiere decir que el tiempo es el peor enemigo del falso profeta. Por supuesto  que estamos hablando de profecías que se anuncian van a suceder durante el lapso  de tiempo de vida del profeta. El pasaje establece también por inferencia, que  un profeta de Dios debe estar 100 % correcto todo el tiempo; 99.99 % de  exactitud ya lo convierte en un falso profeta. Es de señalar que los que se  dicen profetas hoy erran constantemente. Esto no es de extrañarse ya que la  Biblia insiste en que el oficio de profeta sólo existió durante el AT y en  cierto período del NT para beneficio de la iglesia primitiva, lo que significa  que los profetas modernos no son portavoces de Dios, sino de ellos mismos.

Profeta: un ministerio del pasado
Hemos visto que hubo profetas en el AT tanto como en el NT. La preguntas que  siguen son: ¿Continuó vigente la función del profeta más allá del primer siglo?  ¿Hay necesidad de profetas en la iglesia de hoy?
Es obvio que los profetas fueron necesarios buena parte del tiempo en que los  libros del NT estaban en proceso de escribirse. Ellos recibían directa  revelación de parte de Dios para comisionar obreros (Hch.13:2),  anunciar el  futuro en algunos casos (Hch. 11:27-28),  y en otros para exhortar y enseñar a  las congregaciones (Ef. 4:11-12) porque la iglesias del NT no tenían todos los  libros que integran el Canon a su disposición.

Segunda de Pedro 2:1 dice que hubo entre el pueblo falsos profetas,  como habrá entre vosotros falsos maestros.  Pedro escribe su segunda epístola alrededor del 62-63 d.C. y ya habla de  profetas como cosa del pasado. Así como Dios tuvo sus profetas, el enemigo tuvo  sus falsos profetas. En el futuro, dice Pedro a los cristianos, deberán cuidarse  de los falsos maestros. Así como Dios tiene sus maestros, Satanás tendrá sus  falsos maestros. La inferencia es que la función del profeta dejó de existir en  algún momento a comienzos de la segunda mitad del primer siglo

A continuación, Pedro dice a los cristianos que tengan memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas y la palabra  dada a los apóstoles (2 P. 3:2). No dice que en adelante deberíamos prestar  atención a profetas y apóstoles que vendrían en el futuro. Esto apuntala la  noción de que los profetas, al igual que los apóstoles, son ministerios que Dios  no ha continuado.

Judas, escribiendo entre el 68 y 70 d.C. escribe:
Pero vosotros amados,
tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de  nuestro Señor Jesucristo;  los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores , que andarán según sus  malvados deseos. Primer medida a tomar, dice Judas: recordar las palabras de los apóstoles de  Jesucristo acerca de los muchos avisos dados por ellos referentes a los falsos  maestros que vendrán en el futuro. Observemos que dice “haced memoria”, no dice  “estad atentos a lo que otros apóstoles van a decir en el futuro”.

Los que dicen que el ministerio de apóstol aun continúa tienen que explicar el  peso evidencial de estos versos , especialmente teniendo en cuenta que su  doctrina de “los cinco ministerios” basada en Efesios 4:11, sostiene que la  función de profeta también está vigente junto con el apostolado. En el presente  encontramos que algunos se adjudican ambos títulos para sí, y otros si bien no  se autoproclaman ni apóstoles ni profetas, no hacen ningún esfuerzo para detener  a sus seguidores de llamarlos así.

Si los apóstoles son cosa del pasado (y digo esto con profundo respeto) y ellos  fueron el fundamento de la iglesia junto con los profetas (Ef. 2:20), ¿no  significa eso que los profetas son también cosa del pasado? Si aun hay profetas  en el presente, ¿significa que el fundamento de la iglesia sigue siendo llenado?  ¿Qué edificio se puede construir sobre un cimiento no terminado? ¿Qué propósito  tienen los profetas en el día de hoy si el cemento del fundamento ya está seco  hace dos milenios? ¿No es la Escritura suficiente para todo aspecto de doctrina  y práctica (2 Ti. 3:16-17; 2 P. 1:3)? ¿No ha sido la doctrina dada una vez por  todas y para siempre a los santos (Jud. 3)?

Es por todo lo anterior que las últimas epístolas del NT siempre nos apuntan  hacia el pasado, no hacia el futuro. La conclusión lógica es que si no hay  apóstoles en el presente, tampoco hay profetas, ambos en el sentido bíblico, por  supuesto. Lo único que hay hoy son falsos profetas y falsos apóstoles, mejor  llamados “falsos maestros”. Todo profeta y apóstol fuera de los profetas y  apóstoles bíblicos lleva la etiqueta de “falso”.

Pregunta para los profetas de hoy
En el AT Dios escogía al profeta y estos hombres en ocasiones resistían el  llamado. Hoy existen escuelas de profetas llenas de alumnos que desean el oficio.  La pregunta que yo siempre le hago a un profeta moderno es, ¿Cómo sabe que usted  ha sido escogido por Dios para ser profeta? Las respuestas son variadas:

1) “Porque tengo el don de profecía”. Al que responde de este modo yo le pido que me documente sus profecías, sus  cumplimientos y los testigos. Nunca aceptan el reto.

2) “El Señor me lo dijo”. Al que responde así le pregunto en qué forma el Señor se lo dijo, audible,  visible, por teléfono, carta o internet. Si me contesta que el Señor se le  apareció, lo dirijo a 1 Corintios 15:8 donde el apóstol Pablo dice que él fue el  “último” a quien el Señor se le apareció. Si el presunto profeta no acepta este  verso como autoritativo, pregúntele qué pudo haber querido decir Pablo con “último”.  De insistir en su tesitura, pídale a la persona los requerimientos del punto  número # 1.

3) “¿Usted quién es para juzgarme?” Ante esta pregunta yo respondo: 1 Corintios 15:29 da mandamiento a los profetas  de hablar, y a mí de juzgar. Sólo sigo el mandamiento bíblico. Si el presunto  profeta trata de reinterpretar el verso, pídale que documente sus profecías, sus  cumplimientos y los testigos.

Básicamente, los profetas modernos no tienen más argumento para sus pretensiones  que el razonamiento circular: ¿Cómo sé yo que usted es un profeta? Porque tengo  el don de profecía. ¿Y cómo sabe que tiene el don de profecía? Porque soy un  profeta.

¿Existe el don de profecía hoy?
Con absoluta tranquilidad de conciencia puedo decir que no me importa, porque en  realidad el don no tiene ningún efecto práctico para vivir mi vida cristiana en  esta era.

Algunos dicen que si bien los profetas no existen hoy, pueden haber personas con  el don de profecía. Si así fuera, ¿no haría esto automáticamente profetas de  estas personas? Volvemos de nuevo en la misma disyuntiva: ¿existen profetas de  Dios en el día de hoy? Ciento ochenta grados redonditos.

Si debemos estar atentos a la voz de profetas en estos días, ¿en qué queda la  doctrina de Sola Scriptura? Si el don de profecía existe hoy, ¿qué quiso  decir Pablo cuando anunció (profetizando él mismo) que las profecías se  acabarían (1 Co. 13:10)? ¿Cúando se acabarán? Cuando venga lo perfecto, dice  Pablo. ¿Qué es lo perfecto? Algunos dicen que es el estado eterno, pero si esto  fuera cierto, ¿para qué decir que las profecías se acabarán? Se comprende que en  la eternidad no serán necesarias las profecías. La palabra “perfecto” (teleios)  bien puede ser comprendida como lo maduro o madurez. Esta ha sido siempre una  forma normal de interpretar el pasaje, y a los efectos prácticos y limitándonos  a pensar dentro de nuestra cápsula de tiempo, espacio y materia, lo maduro o lo  perfecto se refiere a la Escritura, ¿qué otra cosa puede ser?

El significado de “teleios” como lo maduro o madurez relativa se relaciona  directamente con el uso de las frases de Pablo en el siguiente verso, “cuando yo  era niño” y “mas cuando ya fui hombre” (1 Co. 13:11). La noción que surge del  texto es que cuando la iglesia alcance un grado de madurez relativa por medio de  la revelación completa de Dios en la Escritura, las profecías se acabarán. No  habrá más necesidad de las profecías, los profetas o el don de profecía.

Concedemos que el v. 12 abre una dimensión que nos introduce al momento a partir  de la Parousia de Cristo en adelante, o sea al punto donde se alcanza la madurez  absoluta, pero el texto es progresivo. Comienza en la niñez, sigue hacia a una  madurez que constantemente cambia y mejora (v.11) y progresa hacia la madurez  final y absoluta (v.12). Este proceso es también transmitido en la imagen del  desarrollo gradual del cuerpo de Cristo desde principio a fin, en Efesios  4:13-14.

Cierto grado de madurez se alcanzó una vez que el canon del NT fue completado.  En vista de lo anterior, deducimos que no hay base bíblica para sustentar que  las profecías son necesarias en el día de hoy, ya que el texto indica que eran  temporarias. Lógicamente tampoco tiene sentido que Pablo haya anunciado el fin  de las profecías si éstas continuarían hasta el final de la historia. ¿Para que  anunciar algo que ya se sabe?

Conclusión
Dios habla hoy desde las páginas de la Biblia. El poder de su Palabra es traído  a nosotros por medio de su Espíritu Santo quien nos ilumina, instruye, guía,  consuela y fortalece. Hebreos 1:1-3 dice que Dios en otros tiempos habló a la  gente por medio de los profetas, pero en estos tiempos nos habla por su Hijo. Es  Jesucristo quien delegó su autoridad a sus apóstoles, quien a su vez, por la  inspiración del Espíritu Santo registraron la Palabra escrita. Es por ello que  la Escritura perpetúa la autoridad de Cristo, es llamada la Palabra de Dios y es  nuestra máxima autoridad. Cuando ponemos a los supuestos profetas, o en su  defecto, al don de profecía a la par con la Biblia estamos violando el principio  de Sola Scriptura emanado de la Palabra de Dios.

Dios no hablará directa o audiblemente otra vez hasta que lo óigamos en Su  Segunda Venida. Dios no está  hoy rodeado de truenos en el monte, cara a cara  con el hombre dándole profecía, ya que Su Palabra es completa. Cualquiera que  diga hoy que Dios le ha dado palabra referente al pasado, presente o futuro, es  un mentiroso y un falso profeta. El conocido apologista Robert Bowman expresa que “alegar que la iglesia de hoy  necesita visiones y revelaciones por medio de apóstoles y profetas de Cristo, es  negar la suficiencia de la Biblia (2 Ti. 3:16) y colocar a la iglesia a merced  de falsos apóstoles  profetas, de los cuales nos advirtió el apóstol Pablo en  términos muy claros (2 Co. 11:13-15). [Robert Bowman, ¿Los 5 Ministerios?  Artículo]
¿Cuál es la motivación detrás de los que hoy se hacen llamar apóstoles y  profetas? Ellos ambicionan la autoridad y el prestigio que viene con los  títulos. No quieren, además, que sus enseñanzas sean examinadas y desafiadas. El  dinero es también un factor presente en todo el esquema de los modernos  profetas. Una de las marcas del falso maestro es la continua demanda de dinero  y/o el uso de artimañas para extraer dinero de sus seguidores (2 P. 2:3). Si lo  duda, revise el prontuario de estos “profetas”. <>

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