El dramaturgo inglés William Shakespeare hace cuatrocientos años escribió: “Nada es verdad ni es mentira, todo depende del cristal con que se mira”.
Desconozco las circunstancias de la época que motivaron a la pluma del reconocido escritor hacer una declaración tal, pero lo que él creía; lamentablemente es la realidad filosófica del mundo en que vivimos.
Y el problema no es un fenómeno que encontramos únicamente en el ámbito secular, sino también dentro del seno de la Iglesia.
Un pastor, evangelista o cualquier persona que ocupa una posición de liderazgo en la Iglesia, debería renunciar al ministerio, cuando ya no cree literalmente las palabras de Jesús:
*“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6)
*“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36)
*“Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eternal; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:53, 54)
Pedro, Juan y Pablo, nunca hubieran tenido un espíritu de tolerancia para aquellos que han convertido a la Iglesia de Cristo en un circo de entretenimiento, en donde se promociona el “evangelio de quedar bien con Dios y con el Diablo”; de esta manera creando una “esperanza falsa” y sin fundamento Bíblico de que “todos irán al cielo porque Dios es amor”.
David en el Salmo 12, refiriéndose a estas personas dijo: “Salva, oh Jehová, porque se acabaron los piadosos; porque han desaparecido los fieles de entre los hijos de los hombres; porque hablan mentira cada uno con su prójimo; porque hablan con labios lisonjeros y con DOBLEZ DE CORAZON” (1, 2)
El ungido de Dios, expone específicamente cuatro características que poseen ése buen grupo de pastores, evangelistas y líderes de Iglesia de nuestros días:
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NO TIENEN PIEDAD
Jesús enseñó a sus discípulos que al “asalariado…no le importan sus ovejas” (Juan 10:13).
Su único objetivo es seguir “trasquilando” a su congregación con el fin de mantener un estilo ostentoso de vida muy lejos del que les ejemplificó Nuestro Señor; y así preservar el imperio que como el rey Nabucodonosor en su carne construyeron, aunque digan que lo levantaron en el “nombre de Dios”.
David literalmente nos comunica que éstos hombres “dejaron de ser piadosos”.
La palabra antónima u opuesta a la “piedad” es la “impiedad”; o sea que éstos hombres para Dios se convirtieron en personas “impías” y por lo tanto ya no los considera más Sus siervos.
El apóstol Pablo aborrecía de tal manera a este tipo de hombres que le ordenó a Timoteo “apartarse de los tales… (porque) eran corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la PIEDAD COMO FUENTE DE GANANCIA” (1Timoteo 6:5)
NO SON FIELES
La palabra hebrea amán, abarca el concepto de que “perdieron la credibilidad, la genuinidad” y el significado se extiende a que dejaron de “ser confiables” y de que dañaron su “crédito o reputación” delante de Dios y de los hombres.
Y así sucede con estos pastores y evangelistas, cuando las autoridades, la prensa o alguna amante frustrada (aunque ya han existido casos que el pastor tenía relaciones con una persona del mismo sexo), les sacan a relucir “todos los trapitos al sol”.
“Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la FE, y fueron traspasados de muchos Dolores” (1 Timoteo 6:9, 10)
NO HABLAN LA VERDAD
David nos dice que “hablan mentira (y) hablan con labios lisonjeros”.
Si hablan mentira, es obvio deducir que su “padre es el diablo” (Juan 8:44), ¿verdad?; entonces no es de extrañar que prediquen con “labios lisonjeros” para “agradar”, “halagar” y “deleitar” a sus feligreses.
El rey nunca se imaginó que los primeros dos versículos del Salmo 12, caerían como “anillo al dedo” a un gran número de pastores y evangelistas del siglo pasado y del presente.
“Labios lisonjeros” son aquellos que evitan hablar a sus congregaciones de “pecado”, “arrepentimiento”, “aborto”, “homosexualismo”, “infierno”, y de otras obras de la carne.
En su defensa ellos aducen que todas maneras sus seguidores “ya saben lo que son”, que no es su llamado “arruinarles el único día de la semana en el que pueden recibir un mensaje de ánimo y de esperanza”; y como cantaban los Beatles: “¡All they need is Love!”, ¡Todo lo que necesitan es Amor!
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres…que renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Esto HABLA, Y EXHORTA Y REPRENDE CON TODA AUTORIDAD” (Tito 2: 11-15)
Hay veces me pregunto si yo tengo una versión de la Biblia con una enseñanza muy diferente a la de estos parlanchines que solo “hablan mentira con labios lisonjeros”.
NO TIENEN UN CORAZON RECTO
El apóstol Pablo discipulando a Timoteo, lo orientó en referencia a cuáles deberían ser los ingredientes del carácter de las personas que aspiran a ocupar una posición de liderazgo en la iglesia.
Una de las características que debe existir en aquellos que son responsables de la vida espiritual de la Iglesia es la de ser una persona “irreprensible”.
Pero, tampoco se espera nada diferente de los diáconos, que son los que se encargan de los asuntos prácticos del cuerpo de Cristo. Pablo, dijo que deben ser “sin doblez”. (1Timoteo 3:1, 8).
David, no solamente denuncia que “hablan mentira y con labios lisonjeros”; él concluyó su pensamiento diciendo que “hablan con DOBLEZ DE CORAZON”.
¿Qué significa tener “doblez de corazón”?
Se le atribuye a Nicolás Maquiavelo, un filósofo del Siglo XVI nacido en Florencia, la frase “El fin, justifica los medios”; aunque en realidad fue escrita por Napoleón Bonaparte comentando un libro muy famoso del primero llamado El Príncipe.
Pero lo que sí escribió Maquiavelo que también era un político y estadista fue que: “es central saber disfrazar bien las cosas y ser maestros del fingimiento”.
¿No es esto lo que hacen algunos pastores y evangelistas? ¿No “disfrazan el Evangelio”? ¿No son “maestros del fingimiento”? ¿No usan el Evangelio como medio para alcanzar sus motivaciones siniestras y egoístas “conforme a sus propias concupiscencias” (2 Timoteo 4:3)?
¿Cuál será el fin de estos falsos maestros que hablan mentira, hablan con labios lisonjeros, y con doblez de corazón?
“Jehová destruirá todos los labios lisonjeros, y la lengua que habla jactanciosamente” (Salmo 12:3)
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”