Carácter versus Carisma – Parte 13

“La manera de obtener cualquier beneficio es dedicarlo en nuestros corazones a la gloria de Dios de quien lo pedimos; de esta manera Dios complace a Su siervo y también trae honra a Sí mismo”

Las palabras que sirven como introducción al siguiente artículo, fueron escritas por Joseph Hall un Obispo de la Iglesia de Inglaterra que murió a mediados del Siglo XVII; haciendo alusión a aquel día en que mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo, Ana“con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida…” (1 Samuel 1:10, 11)

Siendo que Ana, hablaba en su corazón, solamente movía sus labios y su voz no se oía; Elí la reprendió creyendo que ella estaba ebria.

Pero, cuando Ana le respondió: “Yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová; el viejo sacerdote comprendiendo la seriedad de Ana le dijo: “Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho” (1:13 -17)

¿Respondió Dios la oración de Ana?

Las Sagradas Escrituras nos confirman que “Jehová se acordó de Ana” y “habiendo concebido, dio a luz un hijo, y le puso por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo pedí a Jehová(1: 19, 20)

Después que Samuel fue destetado, a la edad de tres años según la costumbre de los judíos, Ana llevó al niño a la casa de Jehová para ser presentado al sacerdote Elí.

Y ella le dijo: “¡Oh, señor mío! Vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti orando a Jehová. Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. YO, PUES,LO DEDICO TAMBIÉN A JEHOVÁ; TODOS LOS DÍAS QUE VIVA, SERÁ DE JEHOVÁ. Y adoró allí a Jehová(1:26-28)

Ana, después de un tiempo tuvo la bendición por parte de Dios, de concebir tres hijos y dos hijas; pero ninguno como Samuel de quien compartiremos en un próximo artículo.

A mí me hubiera gustado ver el nombre de Ana, acompañando a los de Sara y Rahab en el capítulo once de la Epístola a los Hebreos; porque Ana fue:

“una mujer de un CARÁCTER sin tacha. La piedad reinaba en su corazón y mantenía una comunión constante con las ordenanzas religiosas de su nación. Ana fue separada para el Señor y en medio de difíciles relaciones hogareñas, ella supo recurrir a El para obtener la gracia necesaria para soportar sus problemas. Día y noche clamaba al Señor y Aquel a quien su alma amaba la escuchó. El Señor la bendijo notablemente debido a su santidad, devoción, confianza, paciencia y sacrificio personal y a cambio le transmitió a Samuel, su afamado hijo, algo de la santidad de su vida y CARÁCTERAna mantuvo la serenidad de su alma y fue como un lirio entre las espinas” (Lockyer, Herbert, Todas Las Mujeres De La Biblia, pág.34)

El “carácter” de la persona de Ana, fue un reflejo del discernimiento que ella tenía acerca del Dios a quien “ella oraba largamente” (1:12), lo cual expresó sin duda en su cántico de acción de gracias por el nacimiento de su primer hijo Samuel:

Mi corazón se regocija en Jehová,
Mi poder se exalta en Jehová;
Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos,
Por cuanto me alegré en tu salvación.
 
No hay santo como Jehová;
Porque no hay ninguno fuera de ti,
y no hay refugio como el Dios nuestro.
 
No multipliquéis palabras de grandeza y altanería;
Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca;
Porque EL DIOS DE TODO SABER ES JEHOVÁ,
y a El toca pesar las acciones…
 
Jehová mata, y El da vida;
El hace descender al Seol, y hace subir.
Jehová empobrece, y El enriquece;
Abate, y enaltece.
 
El levanta del polvo al pobre,
y del muladar exalta al menesteroso.
Para hacerle sentarse con príncipes
heredar un sitio de honor.
Porque de Jehová son las columnas de la tierra,
y El afirmó sobre ellas el mundo.
 
El guarda los pies de Sus santos,
Mas los impíos perecen en tinieblas;
Porque nadie será fuerte por su propia fuerza.  

Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios,
y sobre ellos tronará desde los cielos;
Jehová juzgará los confines de la tierra.
Dará poder a Su Rey,
y exaltará el poderío de Su Ungido. (1 Samuel 2: 1-3; 6-10)

Gracia y Paz

Sergio A. Perelli
“Amigo de Jesús”

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