El nacimiento de Samuel (“Pedido de Dios” u “Oído de Dios”), fue la respuesta por parte de Dios a su madre Ana que “oraba largamente delante de Jehová” (1 Samuel 1:12), porque no había podido concebir un hijo, como Penina la otra mujer de su esposo Elcana.
Aproximadamente tres años después, una vez que Samuel fue destetado, Ana lo llevó a la casa de Jehová, para cumplir la promesa o el voto que había hecho en el mismo lugar, de que si Dios le concedía un hijo lo iba a “dedicar a Jehová todos los días de su vida”. (1:11)
El mismo relato de Samuel, nos informa que después que fue presentado en el Tabernáculo ubicado en Silo, su padre Elcana se volvió a su casa en Ramá; pero el “niño ministraba a Jehová delante del sacerdote Elí”. Y vestido de un efod de lino que le hacía su madre; continuó ministrando en la presencia de Jehová, hasta su juventud. (2:11,18, 19)
La consagración que tenía Samuel hacia Dios, y su integridad en su servicio a Dios; marcaron desde su niñez los rasgos distintivos que formarían parte del “carácter” de su vida hasta el día de su muerte.
Por lo tanto, en la etapa de su juventud, no se dejó influenciar por Ofni y Finees, los hijos de Elí; que eran “hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová” (2:12), aunque también ministraban como sacerdotes en el templo junto a su padre.
¡Qué gran ejemplo podemos encontrar en la persona de Samuel, en contraste con la de aquellos jóvenes que habiendo tenido la bendición de recibir el Evangelio en tiempos de su niñez; en los años de su juventud se dejan llevar por las presiones de sus amistades mundanas!
“El joven Samuel” (3:1) se mantuvo ministrando fielmente a Dios, hasta aquella noche en que estando “durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios” (3:3), vino Jehová y lo llamó: “¡Samuel, Samuel!”.
¿Cómo respondió Samuel a la voz de Dios?
Samuel, no le contestó a Dios diciéndole: “¡Yo sabía que no ibas a encontrar a otra persona con el carisma que yo tengo y con el don de persuadir a un pueblo que carece de Tu Palabra porque los demás líderes espirituales te han fallado!”.
Entonces Samuel le respondió a Dios: “¡Habla Jehová, porque TU SIERVO OYE!” (3:10)
¿Cuál fue la consecuencia de la actitud de Samuel en su relación con Dios?
“Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de Sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba, conoció que Samuel era FIEL PROFETA DE JEHOVÁ” (3:19)
Samuel, el profeta-juez; fue un hombre que Dios usó por veinte años para traer a Su pueblo de la apostasía al arrepentimiento y la purificación; y gracias a su esfuerzo y enérgico liderazgo, Israel gozó de paz y fue preservado de caer en las manos de la opresión de un dominio extranjero.
Asimismo, tuvo el honor de ungir en privado a Saúl como el primer rey de la nación; quien en más de una ocasión hizo referencia al “carácter” del profeta reconociéndolo como el “varón de Dios” (8:6-10).
Y un tiempo más adelante, cuando Dios finalmente rechazó a Saúl; Samuel tuvo el gran privilegio de ungir a aquel joven “rubio, hermoso de ojos, y buen parecer” (16:12), llamado David; como el nuevo monarca de la nación de Israel y de cuyo linaje se escogería a José, el hombre que sería el padre terrenal de nuestro Señor Jesús.
¡Qué premio al “carácter” de consagración, integridad y fidelidad de Samuel!
Las Sagradas Escrituras nos informan de la muerte de Samuel en una forma breve y sencilla “murió Samuel”, pero haciendo alusión a un gran detalle:
“Y SE JUNTO TODO ISRAEL, Y LO LLORARON” (25:1)
Toda la nación se presentó en luto delante de los restos de Samuel para rendirle honor a aquel “varón de Dios”, el último juez de la historia de Israel.
¿Y sabe el lector cuál era el tema de conversación entre la multitud acerca de Samuel?
¡SAMUEL FUE UN FIEL PROFETA DE JEHOVÁ! ¡JEHOVÁ ESTABA CON SAMUEL!
Gracia y Paz Sergio A. Perelli “Amigo de Jesús”