Hechos “29”
Autor: Sergio A. Perelli
En mi vida como Cristiano, hasta el momento de escribir este artículo, he tenido la oportunidad de estudiar el libro Hechos de los Apóstoles unas cinco veces, ya sea como estudiante o como maestro.
El libro de los Hechos y el Evangelio de Lucas, están íntimamente ligados; debido a que ambos provienen de la mano del mismo autor: Lucas el “médico amado” (Col.4:14).
Asimismo, los dos libros están dedicados a la misma persona: Teófilo “Amigo o Amante de Dios” (Lc. 1:3 y Hch. 1:1), y que por el uso del título “excelentísimo” (Lc.1:3); podemos deducir que fue un funcionario prominente del gobierno romano a quien Lucas le compartió el Evangelio y finalmente lo condujo a abrazar la fe Cristiana, aunque de lo último no tenemos suficiente evidencia para declarar rotundamente que sucedió así.
“En el primer tratado”, Lucas escribió en la introducción misma del libro de Hechos “hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y enseñar, hasta el día que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido” (Hch.1:1, 2)
El Doctor Lucas, nos especifica claramente que “en el primer tratado”, y esto es haciendo referencia al Evangelio que lleva su nombre, se comprometió a compartir “diligentemente todas las cosas desde su origen y en orden” (Lc.1:3) sobre la vida y el ministerio de Jesús; con el fin de que no solamente Teófilo, sino que sus compatriotas griegos tuvieran la misma oportunidad de “conocer bien la verdad” (Lc. 1:3), acerca del “Hijo del Altísimo” (Lc. 1:32).
Lucas agregó también en el comienzo del libro de Hechos que nuestro Señor, no ascendió a la presencia de Su Padre sin antes “haber dado mandamientos a los apóstoles que había escogido”
¿Y cuál fue uno de ésos “mandamientos” que Jesús les dio a sus discípulos durante los últimos cuarenta días que estuvo con ellos aquí en la tierra después de su resurrección?
“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días” (Hch. 1:4, 5; Lc.24:49)
Diez días después de la ascensión de Jesús, “cuando llegó el día de Pentecostés” (Hch.2:1), los que estaban reunidos en el aposento alto que era un grupo “como ciento veinte en número” incluyendo a “María la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hch.1:14,15) fueron “todos llenos del Espíritu Santo” (Hch. 2:4)
De esta manera, se cumplieron las palabras que Jesús les había dicho cuando les prometió: “recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén…y hasta lo último de la tierra” (Hch.1:8)
La venida del Espíritu Santo produce el nacimiento de la Iglesia y como resultado del mensaje de Pedro frente a una multitud de personas en Jerusalén “los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hch. 2:41)
El libro Hechos de los Apóstoles, también conocido como “Hechos del Cristo Resucitado” o “Hechos del Espíritu Santo” tiene dos divisiones bien marcadas y a dos personas como los protagonistas más destacados.
En los capítulos de Hechos 1 al 12, encontramos al apóstol Pedro dando testimonio del Evangelio a los judíos; y en Hechos 13 – 28 encontramos a Pablo dando testimonio a los gentiles.
Los 28 capítulos de Hechos, comprenden un período de los primeros treinta años de la historia de una gran multitud de hombres y mujeres que aceptaron el “evangelio de Jesús” (Hch.8:35) y que “se les llamó Cristianos por primera vez en Antioquia” (Hch. 11:26).
El libro se abre con la predicación del Evangelio en Jerusalén, la gran metrópoli de la nación cuya fe está fundamentada en el Dios de Abraham; y se cierra en Roma, la gran metrópoli del imperio pagano cuyo dios era Júpiter.
Lucas escribió Hechos de los Apóstoles aproximadamente en el año 62 o 63 d.C. El apóstol Juan, fue el último de los discípulos en morir. Ireneo en sus crónicas registra que el “discípulo al cual amaba Jesús” (Jn.13:23), después que fue libertado de su exilio en la isla de Patmos alrededor del año 96 d.C., estableció como lugar de residencia la ciudad de Efeso hasta su muerte que ocurrió entre los años 98 y 117 d.C.
La historia de la Iglesia de Cristo no se acabó ni con la muerte del apóstol Juan, ni tampoco con el capítulo 28 del libro Hechos de los Apóstoles.
Ustedes y yo, hoy somos parte de los del “Camino” (Hch. 9:2); porque desde fines del Siglo I de nuestra era hasta los días de nuestra época, millones de hombres y mujeres de toda nación, tribu y lengua se comprometieron a ser “cartas de Cristo, escritas no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo” (2 Co. 3:3); para que llegáramos a conocer como lo hizo Teófilo que hace dos mil años atrás en Belén, en la ciudad de David nació “un Salvador, que es Cristo el Señor” (Lc. 2:11)
Nosotros también, debemos abrazar el mismo compromiso que hizo el apóstol Pablo y decir: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio de la gracia de Dios” (Hch. 20:24)
En el Siglo XXI y hasta que el Señor Jesús regrese en las nubes de los cielos, Usted y yo tenemos la obligación de seguir exhortando a los no creyentes como lo hizo el apóstol Pedro con el poder del Espíritu Santo: “Arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y El envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado…hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas” (Hch. 3:19-21)
Usted y yo, llenos del Espíritu Santo; debemos proclamar a viva voz que “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12)
¿Se compromete Usted a continuar la obra de Pedro, Juan, Estéban, Felipe, Santiago, Pablo, Bernabé, Silas, Timoteo, Tito…?
¿Se compromete Usted a ser un testigo del Evangelio de Jesús?
¿Se compromete Usted a seguir escribiendo con su vida y testimonio Hechos 29?
Gracia y Paz Sergio A. Perelli “Amigo de Jesús”