Yerushalayim Parte 1

Yerushalayim

Parte: I

El Salmo 122 escrito por el rey David, es un himno que cantaban los peregrinos llenos de “alegría” (vs.1) en la última etapa de sus procesiones “a la casa de Jehová” (vs.1) para participar de las fiestas sagradas de la nación de Israel en la ciudad de Yerushalayim.

Este Salmo, es parte de un grupo de quince Salmos (119 al 133); que se los conoce como “Cánticos graduales o escalonados” y “Cánticos de subida o progresivos”, primordialmente por las razones siguientes: primeramente, cuando en las Sagradas Escrituras se menciona la intención de una persona o grupo de personas de ir a Jerusalén se utiliza la expresión “subir” debido a la ubicación geográfica de la ciudad y del Templo (Sal.24:3; Is. 2:3; Lc.2:4, 42; Hch. 11:2; 21:15).

Y en segundo lugar porque este grupo de Salmos nos muestra también la “graduación” de las emociones y el entusiasmo que invadía el corazón de un peregrino cuando sus “pies” (vs.2) ya se encontraban “dentro de las puertas” (vs.2) de la Ciudad Santa, y a sus oídos llegaban los cantos de un pueblo que se había unido como “Jerusalén, una ciudad que está bien unida entre sí” (vs.3), “para alabar el nombre de Jehová” (vs.4).

“David captó el olor grato de esa pura delicia cuando los judíos piadosos…como por un instinto divino guiándolos al hogar, habían vueltoal lugar que Dios escogió. ¡Era maravilloso estar allí! Se paraban para admirar la ciudad, su color, su forma de construcción compacta…Dentro de sus murallas bañadas por la luz del sol, había casas con terrazas y otras con cúpula, y calles estrechas. Pero el único edificio por el cual la gente sentía una fuerte atracción sentimental era el templo del Señor. En un sentido real era el templo lo que hacía la ciudad, según ellos. Era el único lugar en toda la tierra donde Dios había decretado que se juntara Su pueblo para dar gracias a Su nombre.” (MacDonald, William; Comentario Al Antiguo Testamento, pág. 718)

El relato de las Sagradas Escrituras nos dice que: “En el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel (Siglo X a.C.), en el mes de Zif, (Abril/Mayo), comenzó él a edificar la casa de Jehová” (1 Reyes 6:1)

¿Fue el comienzo de la construcción del Templo, un plan nacido por la sabiduría de Salomón o la Soberanía de Dios?

La Biblia, la Palabra de Dios y no el Corán; tiene la respuesta en un mensaje que Salomón envió a decir a Hiram, un rey de Tiro que facilitó al rey de Israel las maderas del Líbano y artesanos de Fenicia: “Tú sabes que mi padre David no pudo edificar casa al nombre de Jehová su Dios, por las guerras que le rodearon, hasta que Jehová puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies. Ahora Jehová mi Dios me ha dado paz por todas partes; pues ni hay adversarios, ni mal que temer. Yo, por tanto, he determinado ahora edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, según lo que Jehová habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, a quien yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.” (1 Reyes 5:3-5)

Salomón terminó de edificar el Templo de Jerusalén, también conocido por el pueblo hebreo como “La Casa Santa” (Beit HaMikdash) o “La Casa de Dios” (Beit Adonai); “en siete años” (1 Reyes 6:38); reemplazando el Tabernáculo o santuario portátil que sirvió como lugar de culto y adoración para los Israelitas, desde el tiempo de sus peregrinaciones en el desierto después de su salida de Egipto. (ver Exodo 35-40)

¿Aprobó Dios la obra de Salomón? ¿Qué nos dice la Biblia?

“Cuando Salomón hubo acabado la obra de la casa de Jehová…y todo lo que Salomón quiso hacer, Jehová apareció a Salomón…y le dijo Jehová: YO HE SANTIFICADO ESTA CASA QUE TU HAS EDIFICADO, PARA PONER MI NOMBRE EN ELLA PARA SIEMPRE; Y EN ELLA ESTARAN MIS OJOS Y MI CORAZON TODOS LOS DIAS.” (1Reyes 9:1-3)

El lector habrá notado que en las palabras que he citado del comentarista William MacDonald en referencia al Templo, aparecen las expresiones: “habían vuelto al lugar que Dios escogió” y “era el único lugar en toda la tierra donde Dios había decretado que se juntara Su pueblo para dar gracias a Su nombre.

Un Cristiano serio de la Historia Bíblica y con un grado de discernimiento espiritual en cuanto a la relación todavía vigente entre Dios y la nación de Israel; debería conocer y reconocer que el Templo no fue construído en la ciudad de Jerusalén por el capricho del hombre, sino por la voluntad de Dios. (Continuará)

Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”

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