¡Ven Con Nosotros!
Parte: I
El libro de Números juntamente con el de Levítico, estoy seguro no son los primeros libros de la Biblia, que vienen a la mente de un creyente cuando hace su devocional personal con el fin de encontrar versículos que sacien el hambre y sed espiritual de su alma.
Pero Pablo, le escribió a su discípulo Timoteo que: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, (y) para instruir en justicia…” (2 Timoteo 3:16)
Así que bajo la premisa del apóstol, podemos estar seguros que en cada libro de las Sagradas Escrituras, aún en Números y Levítico hallaremos palabras de edificación y motivación para nuestra vida espiritual.
Los hijos de Israel se disponían a salir del desierto de Sinaí al mandato de Dios; “Entonces dijo Moisés a Hobab, hijo de Ragüel madianita, su suegro: Nosotros partimos para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré. VEN CON NOSOTROS, y te haremos bien; porque Jehová ha prometido el bien a Israel” (Números 10:29)
Hobab tenía la intención firme de regresar a su tierra y parentela (vs.30), pero unos versículos más adelante leemos que “así partieron del monte de Jehová” (vs.33).
La conjugación del verbo “partir” en mi humilde opinión me da a entender que el cuñado de Moisés aceptó la invitación de unirse al pueblo en su marcha rumbo a la tierra prometida.
A pesar de que no tengo como comprobar a ciencia cierta que sí lo hizo, en el libro de Jueces 1:16 y 4:11 encontramos a los descendientes de Hobab enumerados entre los israelitas.
No es mi intención entrar en un debate si el hijo de Jetro aceptó o no la propuesta de Moisés, o si Hobab fue invitado debido a que su cuñado no tenía la fe suficiente para confiar en que Jehová llevaría a Su pueblo al otro lado del desierto, como también lo han expuesto algunos críticos.
Mi propósito es concentrarme en que Moisés sí invitó a Hobab diciéndole: “VEN CON NOSOTROS, para el lugar del cual Jehová ha dicho: Yo os lo daré”.
En el capítulo 22 del Evangelio de Mateo, encontramos a Jesús compartiendo una parábola que comienza de la manera siguiente: “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo…” (vs.2) y envió a sus siervos a invitar a los convidados diciéndoles “las bodas a la verdad están preparadas (vs.8); ¡VENID A LAS BODAS! (vs.4)
Si leemos con atención el relato de la parábola, el rey hizo varios intentos en llamar a los convidados por medio de sus siervos, pero sin éxito.
Unas personas simplemente “no quisieron venir” (vs.3), algunos “no hicieron caso” porque estaban muy ocupados en sus trabajos y negocios (vs.5) y otros, “tomando a los siervos los afrentaron y mataron” (vs.6)
El rey se enojó y llegó a la conclusión de que aunque “todo estaba dispuesto” (vs.4) para la fiesta de bodas de su hijo, “los que fueron convidados no eran dignos” (vs.8)
De todas maneras, el rey no se dio por vencido y envió a otro grupo de sus siervos con el mandato siguiente: “Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis”
La última invitación dio como resultado que “las bodas fueron llenas de convidados” (vs.10)
En la parábola de la fiesta de bodas el rey es Dios y el hijo es Jesús.
El primer grupo de aquellos que fueron llamados representa al pueblo de Israel, la nación que Dios eligió originalmente para celebrar la fiesta de bodas de Su Hijo.
Lamentablemente, leemos en el evangelio de Juan que “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (1:11).
Unos, porque Jesús no representaba la imagen del rey que ellos esperaban para libertar al pueblo del yugo romano; otros por indiferencia; otros por ignorancia de las profecías; otros por fanatismo religioso, etcétera.
Y como en la parábola, algunos motivados por su ceguera espiritual hasta decidieron dar muerte a un siervo de Dios como lo fue Juan el Bautista que su único pecado fue predicar: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2)
El rechazo de Jesús, “aquella luz verdadera” (Juan 1:9), trajo como consecuencia que Dios desechara a Israel, y que la invitación del Evangelio se abriera a otras naciones. (Continuará)
Gracia y Paz Sergio “Amigo de Jesús”