Exorcismos Modernos: Una Evaluación

Exorcismos Modernos: Una Evaluación

por Pablo Santomauro 

“El Exorcista” (1973), “El Exorcismo de Emily Rose” (2005), “El Exorcista – el comienzo” (2004), e infinidad de películas menos conocidas han establecido un estereotipo falso de lo que es un verdadero exorcismo. Todos estos exorcismos de la pantalla grande son hechos por representantes de la Iglesia Católica, lo que es por demás significativo. Es cierto que la Iglesia Católica tiene sus exorcistas oficiales que reportan casos de supuestos exorcismos y que la metodología usada, en líneas generales, se asemeja a lo que vemos en el celuloide. Corresponde ahora comparar estos exorcismos con aquellos presentados en la Biblia para ver si estamos frente a algo legítimo, o de lo contrario, ante una aberración de mayores proporciones.

He aquí una lista de diferencias:

a)    Los exorcismos “católicos” contemporáneos se hacen en lugares aislados, en escenarios sombríos a puertas cerradas, y son narrados tiempo después de que fueron hechos. Jesús, por el contrario, echó demonios en lugares públicos y a plena luz del día, permitiendo de esa forma la examinación crítica aun de parte de sus enemigos (Lc. 4:31-36).

b)   El Señor expulsó demonios tan solo con su palabra (Lc. 4:36; Mt. 17:18). Pablo hizo lo mismo en Hechos 16:16-18 y probablemente en otras ocasiones (Hch. 19:13-16). Los  exorcistas modernos ayunan por meses para prepararse y luego tienen que realizar decenas de intentos , y en algunos casos les lleva años lograr el éxito (supuestamente). Tal fue el caso del sacerdote que realizó el exorcismo sobre el cual se basó la película “El Exorcista”. Un punto colateral que este autor desea destacar es que la Iglesia Católica, y por ende los miembros de la curia, no tienen autoridad alguna sobre los demonios debido a sus doctrinas antibíblicas como la adoración a María, los santos, su soteriología, etc. Dios no avala este tipo de doctrina, y no garantizaría a sus representantes tal poder sobre las fuerzas del mal, ya que ellos son, en un sentido doctrinal, cómplices de estas fuerzas.

c)    Los endemoniados del Nuevo Testamento son descritos con aflicciones físicas y/o mentales, pero todas las manifestaciones y la conducta de estos personajes no traspasan los umbrales del ámbito humano para entrar en los confines de lo fantástico y grotesco, tal como se dice sucede en los exorcismos modernos. Estaremos dando algunos ejemplos más adelante.

d)   Los endemoniados “modernos” son frecuentemente descritos exclamando maldiciones y blasfemias. El Nuevo Testamento narra otra historia, los demonios siempre fueron respetuosos respecto a la Deidad (Mr. 1:24; 3:11). No hay en la Biblia un solo caso donde un demonio blasfeme contra Dios o Cristo.

e)    Hay en el NT dos casos de posesión demoníaca donde podemos observar que los espíritus inmundos dotan a los poseídos con una fuerza sobrenatural increíble (Mr. 5:1-20; Hch. 19:13-16). El endemoniado de Marcos 5 rompía las cadenas que lo sujetaban. El endemoniado de Hechos 19 puso a correr a siete hombres jóvenes no sin antes propinarles una golpiza extraordinaria. ¿Por qué no vemos hoy ningún caso donde el supuesto endemoniado rompa cadenas o ponga en retirada a una decena de hombres fuertes? Los exorcistas católicos admiten que una persona endemoniada puede exhibir una fuerza desproporcionada, pero en sus relatos siempre encontramos que unas pocas personas pueden controlar al sujeto endemoniado.

f)     La capacidad o el don de expulsar demonios en el primer siglo siempre estuvo relacionada con la confirmación del verdadero evangelio (Mr. 16:17-20). Los exorcistas católicos contemporáneos predican cualquier cosa menos el evangelio.

Concluimos que los reportes de exorcismos documentados por la Iglesia Católica no son de confiar, debido a las disimilitudes de los exorcismos presentados en la Biblia.

 ¿Qué tan reales son las escenas de los presuntos exorcismos católicos?

 Las típicas escenas en filmes como “El Exorcista” y “El Exorcismo de Emily Rose” muestran a la persona poseída contorsionándose, levitando, emitiendo sonidos guturales horrosos, poseyendo ojos diabólicos, hablando con una voz diferente a la usual, expresándose en un idioma antiguo, exhibiendo una fuerza extraordinaria (aunque curiosamente la víctima siempre puede ser subyugada o sometida por dos o tres personas), vomitando una sustancia verde, girando su cuello 360 grados, burlándose de su interlocutor, blasfemando el nombre de Dios, etc., etc.

De todas las descripciones anteriores, investigaciones serias han llevado a concluir que muchas de ellas son posibles sin la necesidad de una participación demoníaca. El despliegue de una fuerza inusual,  la enunciación de blasfemias, emitir aullidos y sonidos guturales, ingerir moscas, arañas y otros insectos, y otras manifestaciones, no necesariamente son indicativas de que estamos frente a una persona poseída. La mayoría de estas manifestaciones pueden ser asociadas con problemas psicosomáticos, histeria, auto-hipnosis, auto-sugestión, fraude y cosas por el estilo. Todas tienen una causa natural aunque no siempre bien entendida. Otras se reducen al campo de la fantasía y los efectos cinematogáficos especiales. Por regla general, el exorcista “oficial” es un sacerdote católico que se supone debe leer del manual de 94 páginas conocido como el Ritual Romano. Veamos ahora un par de relatos relacionados con exorcismos oficiales de la iglesia católica.

Caso # 1 – La historia dice que luego de 13 años de intentos frustrados de exorcismo, Lucía, de 44 años de edad y madre de dos niños, fue finalmente llevada con el padre Gabriele Amorth, quien se especializa en exorcismos. Lucía tenía síntomas típicos tales como una repulsión total a todo lo que fuera sagrado. Cada vez que el sacerdote iniciaba el ritual, ella entraba en trance, hablaba en idiomas que no conocía y mostraba una fuerza sobrehumana, y aparentemente los presentes no podían sujetarla, según su esposo Renzo (nadie explica como finalmente lo hacían). En cierta ocasión, Lucía vomitó agujas, hecho éste que es un símbolo de tormento diabólico, cuenta su sacerdote. Yo por mi parte, confieso que nunca supe que el diablo estaba en el negocio de la costura. Hoy en día, luego de ser tratada por el padre Gabriele Amorth, Lucía aparentemente está libre de la posesión. (http://www.religionnewsblog.com/7047/the-vaticans-top-exorcist-sends-the-devil-%20packing)

Caso # 2 — Este segundo ejemplo tomó lugar hace unos cuantos años. De acuerdo con el padre Luigi Novagese, el exorcista oficial de la diócesis papal en Roma, “la piel de un hombre se tornó blanca como papel, sus dientes se pusieron transparentes, su ojos se salieron de la órbita con llamas y le salió fuego de su boca”. Un sacerdote expresó que un demonio hasta mordió un sandwich. La edición de la revista Newsweek de Febrero 11, 1974, mostró una foto del sandwich mordido con las huellas de los dientes. Tampoco sabíamos que los demonios pueden desarrollar caries.

Casos como los anteriores son relatados frecuentemente por  exorcistas católicos y los testigos de ocasión. Lo absurdo, grotesco y demencial de los relatos ubican a estos exorcistas y sus supuestos poseídos en el plano de los enajenados, o en su defecto, de los embaucadores. Desde la perspectiva bíblica, sabemos que el padre Amorth pertenece a una institución religiosa que continúa en decadencia y está doctrinalmente en oposición al evangelio de Cristo. Atendamos sus palabras en un reportaje reciente de Zenit News Agency (4-12-2008): “En una ocasión le pregunté al diablo qué le molesta más de Nuestra Señora (la virgen María). El respondió, ‘Que ella es la más pura de las criaturas y que yo soy el más sucio; que ella es la más obediente de todas las criaturas y yo soy el más rebelde; que ella es la que no ha cometido pecado y por lo tanto siempre me conquista’”. (http://www.catholic.org/international/international_story.php?id=27550)

Es obvio que el padre Gabriele es un mentiroso de primera, además de ser un idólatra. O quizá se trate de un lunático rabioso, pero me inclino a pensar que es un farsante.

Exorcismos evangélicos: diferente estilo, el mismo embuste

La escena evangélica está plagada de individuos que reclaman tener poder sobre los demonios y sobre Satanás mismo. Bob Larson, por ejemplo, vive de los ingenuos que piensan que están endemoniados. Se llama a sí mismo “El exorcista real”, sin duda para diferenciarse de los exorcistas católicos, como si él fuera legítimo. En su página de internet, Larson tiene el anzuelo para cazar incautos en forma de examen de admisión. El “aspirante a poseído” debe contestar si alguna vez, en el pasado o el presente, ha exhibido ataques de rabia o violencia incontrolables, ha sido violado, ha abusado de alcohol o drogas, ha contemplado el suicidio o sufrido seriamente de depresión y desesperanza, fue abusado por sus padres, se siente rechazado o ha fracasado en multiples relaciones, experimenta continuos problemas financieros, o serios impedimentos para orar, adorar, leer la Biblia y asistir a la iglesia.

Teniendo en cuenta que esta última categoría (de “serios impedimentos” en adelante) prácticamente pone al 99 % de los cristianos modernos en la categoría de poseídos (el serio impedimento no  siendo otra cosa que la apatía espiritual), y en algunas otras categorías una vasta mayoría de los habitantes del globo terráqueo contestaría que sí, arribaríamos a la conclusión de que técnicamente vivimos entre poseídos. En el mundo demencial del señor Larson, prácticamente casi toda actividad o conducta pecaminosa es causada por demonios. La Biblia, por el contrario, no tiene ninguna duda de qué se trata. Les llama “obras de la carne” (Gá. 5:16), i.e., pecados originados en nuestra naturaleza caída.

La Iglesia Universal del Reino de Dios’ con origen en Brasil, por ejemplo, se caracteriza por enseñar que todas las cosas malas tienen un origen demoníaco, y todos sus cultos terminan con sesiones de exorcismo masivo donde los pastores imponen sus manos a la gente para expulsar demonios. En otras iglesias de corte carismático es muy común ver a los pastores “atando” demonios. Yo quisiera saber quién los suelta después, porque usualmente la persona que es “liberada” vuelve por otro exorcismo a la semana siguiente.

La obsesión con los demonios lleva a sectores enteros del evangelicalismo a diseñar estrategias para combatir a Satanás con fórmulas de atar y desatar, reprender, darle órdenes, “mandonear” al diablo y a sus demonios, reclamar la “sangre de Cristo”, y otras cosas nuevas que siempre siguen inventándose. Si los cristianos tuviéramos tal autoridad, hace rato que ya hubiéramos silenciado, paralizado y neutralizado a todos los principados y potestades de las tinieblas. Satanás y sus súbditos estarían todos escondidos con temor de asomarse y operar en la escena terrenal. La victoria ya hubiera sido nuestra en el “ahora” y Jesucristo tendría una cosa menos que hacer en el final de la historia.

¿Sabía usted que los saca-demonios evangélicos nunca han podido presentar una sola prueba creíble de que realmente expulsan demonios. Al igual que en el catolicismo, entre mentirosos anda la cosa. Casualmente, los exorcistas evangélicos, al igual que los católicos, predican un evangelio grotescamente distorsionado.

¿Nos da la Biblia instrucciones para exorcisar?

 Yo no veo ninguna. Los escritores de las epístolas no mencionan en absoluto ninguna clase de instrucciones para exorcisar demonios. El sentido común nos dice que si Dios quisiera que anduviéramos por ahí echando demonios, hubiera destacado en forma clara e inapelable su voluntad acompañada con instrucciones en la Biblia. En lugar de ello, los mandamientos para la guerra espiritual en la Escritura consisten en exhortaciones como permanecer sobrios y velar (1 P. 5:8), resistir al diablo (Stg. 4:7) (por definición, someterse a Dios significa resistir al Diablo), no ignorar sus maquinaciones (2 Co. 2:11), vestir la armadura de Dios, i.e., con la Verdad, el carácter de Cristo en nosotros, proclamando el evangelio, usando el escudo de la fe, el yelmo de la salvación y permaneciendo en oración (Ef. 6). Los cristianos confrontamos al diablo desde una posición de victoria ya que el que está en nosotros (el Espíritu Santo) es mayor que el diablo (1 Jn. 4:4) y todos los poderes del infierno lo saben muy bien (Mt. 8:28-32). Puesto de otra forma, nuestra suficiencia en Cristo nos prepara para la batalla. Los recursos espirituales que obtenemos de él son suficientes para sostenernos frente al enemigo, sin necesidad de maniobras especiales aprendidas en un seminario de guerra espiritual o participar en espectáculos circences que nos convierten en el hazmerreír del público. Nuestra misión primordial sigue siendo predicar el evangelio y hacer discípulos en todas las naciones.<>

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