¿Maduro o +DURO?
Parte: I
Un fruto se considera “maduro” cuando “ha alcanzado su desarrollo completo y está en la sazón debida para ser recolectado o consumido” (Diccionarios.com)
Nuestro Señor Jesús concluyó una parábola acerca del crecimiento de la semilla de la siguiente manera: “Y cuando el fruto está “maduro”, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado” (Marcos 4:29).
La misma fuente de información describe al hombre o mujer “maduro/a” como una persona “juiciosa, prudente, sensata y reflexiva”.
El apóstol Pablo concuerda con la aseveración anterior porque escribió: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar…, pero “maduros” en el modo de pensar” (1 Corintios 14:20)
La palabra original que usa el siervo de Jesucristo, habla de una persona que ha llegado a su plenitud de “madurez” en las áreas de crecimiento mental respecto al conocimiento de lo que Dios desea que llegue a ser su vida y asimismo de un desarrollo del carácter, lo cual es un fruto lógico cuando una persona conoce y acepta la voluntad de Su creador.
¿Cómo reconozco yo en el seno de la iglesia cuando un hombre o una mujer no es “maduro/a”?
En primer lugar a este tipo de personas le caen como anillo al dedo las palabras de Pablo: “Así que yo, hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Les di a beber leche, no alimento sólido, porque todavía no podían recibirlo. En verdad, ni aun ahora pueden, porque todavía son CARNALES. Pues habiendo celos y discusiones entre ustedes, ¿no son carnales y andan como hombres del mundo? (1 Corintios 3:1-3; Nueva Biblia De Los Hispanos).
Los celos y la envidia, son obras de la carne y por lo tanto no están en armonía con una persona que pretende haber alcanzado la “madurez” como hijo de Dios. Su crecimiento espiritual ha quedado paralizado debido a que no puede ni recibir, ni digerir el alimento sólido de la Palabra de Dios. En su precaria condición lo único que pueden producir en el cuerpo de Cristo son discusiones y pleitos.
En otro grupo, se encuentran las personas que también Pablo describe como “NIÑOS FLUCTUANTES”, llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4:14)
El verbo fluctuar o derivar, en la terminología de la navegación; se usa en referencia a una embarcación que deriva y se deja llevar por las aguas debido a que ha perdido su dirección o rumbo que se había propuesto seguir al zarpar.
La iglesia en Galacia cayó en esta problemática, la cual motivó a Pablo decir: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente.” (Gálatas 1:6)
Hay un tipo de personas en todas las iglesias que debido a su ignorancia de las Sagradas Escrituras, les da lo mismo congregarse en una iglesia que en una mezquita porque de todas maneras desde su perspectiva infantil, los Cristianos y los musulmanes “adoramos al mismo Dios”.
Y hasta se molestan cuando uno asevera que los Testigos de Jehová y los Mormones no son Cristianos, y descaradamente nos dicen: “pero ellos (refiriéndose a las sectas mencionadas y a otras) también están predicando el Evangelio y son buenas personas”.
El conocimiento mediocre de las doctrinas básicas de la Biblia y su carencia de discernimiento; los hace defender como si supieran de lo que están hablando, a grupos con creencias aberrantes sin importarles si enseñan que Jesús es un ser creado u otro dios del montón. (Continuará)
Gracia y Paz Sergio “Amigo de Jesús”