¿Por qué no tengo certidumbre de mi salvación?
¿Es posible ser cristiano y carecer de certidumbre?
RESPUESTA:
1 de Juan fue escrita para creyentes. A pesar de ello Juan les escribe con respecto a la necesidad de tener certidumbre (1 Jn. 5:13).
Pedro en su exhortación escribe para que los cristianos procuren tener certidumbre (2 P. 1:10).
Si todos los creyentes automáticamente tuvieran la certidumbre como parte de la fe salvífica, no hubiera necesidad de exhortarlos para que la procuraran.
Por lo tanto, se puede ser salvo aun careciendo de seguridad personal con respecto a ella.
Dios tiene sus razones para ello.
Dios sabe, en su misericordia, que algunos creyentes necesitamos nuestras dudas para poder seguir esforzándonos en el camino de la santidad.
Otros necesitamos tener la seguridad personal para poder seguir esforzándonos, de lo contrario desmayaríamos.
Debido a esto, algunos nunca tendrán una seguridad mientras estén en la tierra. Esto es parte del plan de Dios para conformarlos a la imagen de Jesucristo. Llegarán al cielo, pero temblarán durante todo el camino.
Es interesante notar que Dios por lo general provee una certidumbre sólida a aquellos que El usará grandemente por la causa de Cristo y la Verdad. Estos individuos deben poseer una certidumbre a prueba de todo para poder mantenerse de pie ante los ataques del enemigo y para confrontarse con la muerte, como lo hizo Esteban.
¿Es posible tener certidumbre y luego perderla?
“Certidumbre” no es algo que se le da al creyente y ya la tiene para siempre.
Certidumbre es un ministerio personal del Espíritu Santo que actúa en el corazón o el alma del creyente.
En el ejercicio de este ministerio, el Espíritu Santo le revela al creyente el amor que Dios tiene por él (Ro.5:5), haciendo que de esa forma el creyente sea consciente de ello y pueda ejercer su relación filial con Dios, que es su Padre (Ro. 8:16; Gá. 4:6).
Cuando contristamos o apagamos al Espíritu por causa del pecado sin confesar en nuestras vidas, el ministerio personal del Espíritu Santo en la certidumbre puede ser quitado de nosotros junto con el otro fruto del Espíritu (Ef. 4:30; 1 Tes. 5:19).
Esto indudablemente explica algunos Salmos de David donde él expresa la carencia de certidumbre debido a su pecado (Sal. 51).
Esto también demuestra que algunos se aferran a una certidumbre meramente intellectual, ya que su certidumbre no se ve afectada por su pecado. La certidumbre de estos individuos continúa sin que reparen para nada en si han entristecido o apagado al Espíritu Santo. Por lo tanto su “certidumbre” no es una verdadera seguridad espiritual, sino presuntuosidad carnal.
Como la certidumbre tiene su origen en el ministerio del Espíritu, cuando El nos deja debido a nuestro pecado, también se lleva con él la certidumbre. Es por ello que los cristianos verdaderos debemos confesar desde el corazón, en estas situaciones, como lo hizo David en el Salmo 51:10-12:
Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
Y renueva un espíritu recto dentro de mí.
No me eches de delante de ti,
Y no quites de mí tu santo Espíritu.
Vuélveme el gozo de tu salvación,
Y espíritu noble me sustente.
Nota: Cuando digo que el Espíritu nos deja me refiero a que perdemos comunión con Dios, no a la cesación de la relación con Dios.
¿Cómo puedo obtener la certidumbre de mi salvación? Una vez perdida la certidumbre, ¿es posible recuperarla?
Lo primero que debemos saber es que no está en nuestro poder el producir la certidumbre. Tampoco puede un pastor o consejero darle una seguridad real. La seguridad o certidumbre es una obra del Espíritu Santo, por lo tanto es su prerrogativa dársela a quien quiere y cuando él quiere.
Segundo, aceptemos que el Espíritu Santo puede que no desee darnos la seguridad porque ello podría causar orgullo, confianza en uno mismo y complacencia. En ese caso, sométase a la voluntad de Dios.
Tercero, abunde en oración, en la Escritura, en el compañerismo cristiano, asistencia regular a la iglesia, y busque fortalecer su fe.
Cuarto, examine su vida para ver si usted ha cometido algún pecado particular que ha contristado y apagado el Espíritu Santo. Arrepiéntase de este pecado en acuerdo con Santiago 4:6-10 y el Salmo 51.
Quinto, pase tiempo en esos Salmos donde David expresa dudas y luego pasa a superarlas (Sal. 7, 8, 10, 13, 25, 28, 32, 38, 39, 40, 42, 51, etc.)
Sexto, busque el consejo de ministros fieles quienes poseen la sabiduría para tratar con las necesidades espirituales de los santos.
Séptimo, si lee inglés, le recomendamos leer el capítulo en Certidumbrede J.C. Ryle en el libro titulado Holiness, ya que éste es uno los escritos más prácticos y útiles en el tema.
Por último, si bien la obsesión de la iglesia moderna por romper lazos con el pasado nos ha hecho olvidar los grandes himnos del antaño, quiero recordales que existen un número de ellos que enfatizan la seguridad de su salvación en forma poderosa. Léalos o cántelos. Edificarán su alma y su certidumbre.
Dios les bendiga.
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Basado en Studies on the Atonement, por Robert Morey.