“MIS AMIGOS” Los Adventistas Del Séptimo Día
Parte: IV
Yo sé que las Sagradas Escrituras enseñan que para Dios “un día es como mil años, y mil años como un día” (2 Pedro 3:8), pero a mi persona le tomó quince años vaciar su cerebro de toda la escoria “teológica” y “profética” de la Iglesia Adventista del Séptimo Día y de los “escritos de la pluma” de la hermana Elena G. de White consecuencia de sus “visiones”; y que de acuerdo a ella provenían de Dios, pero que lo más probable se originaron del mismo ángel Moroni que se le apareció a Joseph Smith el fundador de los Mormones.
Si yo hubiera vivido a mediados del Siglo XIX, hubiera sugerido que en vez de Iglesia Adventista del Séptimo Día la hubieran llamado la Iglesia de los Santos del Séptimo Día; debido a que sí se creen que son los santos no solamente del Sábado sino de los últimos días hasta la Segunda Venida de Cristo; porque mis amigos los Adventistas de ninguna manera creen en el Rapto de la Iglesia y si lo creyeran estoy seguro que en alguno de los escritos de Elena G. de White aparecería una revelación que sólo a ellos el Señor vendría a llevarse y todo el resto de nosotros nos quedaríamos durante el tiempo de la Gran Tribulación.
¿Cree Usted que estoy exagerando mis comentarios?
Entonces ha llegado el momento en esta serie de comenzar a incursionar un poco más profundamente en las creencias fundamentales de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; al final Usted estará en libertad de llegar a sus propias conclusiones y si estas son diferentes a las mías no se preocupe, ni tenga miedo; que yo no tengo ninguna autoridad divina para enviarlo al lago de fuego y azufre por la eternidad.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día fue organizada oficialmente en el año 1863, aunque algunos de sus personajes estelares se desprendieron del movimiento de Guillermo Miller, quien en el año 1833 recibió una licencia para predicar de una iglesia bautista.
Fue el Señor Miller, que basado en sus estudios personales de Daniel y Apocalipsis, en especial sobre la profecía de los 2,300 días que aparece en el capítulo 8 del libro de Daniel, que comenzó a pregonar que la Segunda Venida de Cristo ocurriría el día 22 de Octubre del año 1844.
En aquel día aproximadamente 50,000 personas se congregaron en su hacienda de Low Hampton, New York para esperar la Venida del Señor; pero lo único que recibieron fue el tener que confrontar el desánimo y la vergüenza de un día que hoy se lo recuerda en la historia de los Adventistas como el “Gran Chasco de 1844”.
Una de ésas personas era la Señorita Elena Gould Harmon, quien en el año 1842 se había bautizado en una Iglesia Metodista de la ciudad de Portland, Maine.
El mismo año del “Gran Chasco”, en Diciembre de 1844 la Señorita Elena recibió la primera de aproximadamente 2,000 visiones y sueños que tendría durante el resto de su vida.
¡Qué “GRAN CASUALIDAD”! (Continuará)
Gracia y Paz Sergio “Amigo de Jesús”