¡Reclamar o CLAMAR!
El escribir un artículo como este, no tiene el propósito de convencer a nadie sobre una posición personal que yo tengo sobre el uso de las dos palabras del título escogido, sino de motivar al lector a analizar el uso de los términos “reclamar” y “clamar”, desde una perspectiva Bíblica y no movida por el fervor o la emoción de que en realidad necesitamos impresionar a Dios cuando oramos.
Una de las premisas que me es necesario compartir, es que el mayor porcentaje de personas Cristianas que usan el verbo “reclamar” en sus plegarias, generalmente tienen una tendencia marcada a ser partidarios de la “Teología de la Prosperidad y de la Sanidad”.
El Diccionario Larousse define “reclamar” como: “1. Exigir con derecho. 2. Protestar contra algo”; y otros diccionarios usan la expresión: “Pedir con derecho”.
Estimado lector, ¿se da Usted cuenta porqué no me gusta usar la palabra “reclamar”?
¿Qué “derecho” tengo yo un ser creado, con una naturaleza depravada y finita de “exigir” o “pedir” alguna cosa a mi Padre Celestial; siendo que si no fuera por el sacrificio expiatorio de Jesús, la única cosa que me merezco es la muerte eterna?
La Nueva Concordancia Exhaustiva Strong, no tiene un solo versículo en donde aparezca el verbo “reclamar” y si hubiera encontrado alguno, me atrevo a asegurar que no hubiera sido presentado por ningún hombre de Dios en sus oraciones.
¿No le transmite este detalle algo a su cerebro?
Sin embargo, en la misma concordancia encontramos 114 versículos con el verbo “CLAMAR” y 43 veces en el libro de los Salmos de los cuales el Rey David escribió casi la mitad de los 150 que encontramos en el Salterio.
¿Será que David estaría de acuerdo conmigo acerca de mi preferencia en usar “CLAMAR”, en lugar de “reclamar” en nuestras oraciones? ¡No lo sé!
El Apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos escribió:
“Oh hombre, ¿quién eres tú para que alterques (replicar, contestar) con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (9:20, 21)”
El tema del capítulo 9 de la mencionada carta paulina, es la elección de Israel; y en el contexto Pablo nos demuestra la Soberanía de Dios sobre Su pueblo; pero en el versículo 24 nos agrega “a nosotros…los gentiles”.
Nuestro Abba es Soberano de nuestras vidas, “así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Ibid. vs.16).
En otras palabras, Sergio no tiene ningún “derecho de reclamar o exigirle nada a Dios”…la oración es un privilegio que Dios ha puesto a nuestra disposición para expresarle las peticiones y no los “reclamos” de nuestro corazón; y aún si “CLAMAMOS” tampoco es una garantía que El va a responder a nuestra oración si no está de acuerdo a Su voluntad. (1 Juan 5:14)
Si Usted ha entendido QUIEN ES EL ALFARERO, y quien es el vaso; posiblemente entenderá también la razón por la cual escribí este artículo.
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”