“EL DIOS QUE YO AMO”
Parte: II
Autor: Sergio A. Perelli
“Si mi fidelidad a Dios mientras esté en esta silla de ruedas le trae gloria a El, entonces no me importa la desventaja de vivir paralizada”.
Al tiempo de escribir este artículo, Joni Eareckson Tada ya lleva 44 años en su condición tetrapléjica; pero es muy obvio que por el testimonio ejemplar de su vida personal, ella ha glorificado a Dios desde su silla de ruedas.
Y si más de cuatro décadas de estar paralizada desde su cuello hasta sus extremidades inferiores no han sido una prueba suficiente para la vida de Joni, en el año 2009 le diagnosticaron un cáncer de mama, para lo cual tuvo que someterse a un tratamiento intensivo de quimo terapia acompañado de una cirugía.
El 8 de Septiembre del 2010, en una entrevista concedida a la revista Time en relación a su nuevo libro ‘A Place Of Healing’, se le preguntó porqué algunas personas que profesan ser creyentes, pierden su confianza en Dios al confrontar una enfermedad o aflicción física; a lo cual Joni respondió: “SIMPLEMENTE NO QUEREMOS ACEPTAR QUE DIOS SE ENCUENTRA TAMBIEN EN MEDIO DEL DOLOR. PREFERIMOS SOLAMENTE ESCUCHAR A JESUS PREDICANDO DULCES SERMONES SOBRE LOS LIRIOS DEL CAMPO”.
La vida de Joni, me demuestra que son verdad las palabras que Pablo escribió en su Epístola A Los Filipenses en el capítulo 4 y los versículos 4 y 13: “REGOCIJAOS EN EL SEÑOR SIEMPRE. OTRA VEZ DIGO: ¡REGOCIJAOS! ¡TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE”.
“La Biblia no solo nos dice que debemos dar gracias en todo, sino que debemos dar siempre gracias por todo al Dios y Padre (1 Tesalonicenses 5:18; Efesios 5:19-20). La mayoría de nosotros puede darle gracias a Dios por Su gracia, Su consuelo, y Su poder que nos sustenta en una prueba; pero no le damos gracias a Dios por la prueba, por el mero hecho de encontrarnos en ella. Pero varias décadas en mi silla de ruedas me han enseñado a no separar a mi Salvador del sufrimiento que El permite como si una quebradura de cuello, un corazón herido o un hogar destruido sencillamente sucediera; y después Dios apareciera para tratar de sacar algo bueno de todo aquello. ¡No, el Dios de la Biblia es más grande que esto! ¡Mucho más grande! Tal vez, esta silla de ruedas parecía una tragedia horrible al principio, pero le doy gracias a Dios en mi silla de ruedas…Estoy agradecida a Dios por mi tetraplejia. Es el moretón de una bendición. Un regalo envuelto de color negro. Es la compañía sombría que camina a mi lado cada día, que me lanza y me arrastra a los brazos de mi Salvador. ¡Y allí es donde está el gozo!”
Hace tres años atrás, la palabra cáncer se ha integrado a mi vocabulario personal, y si bien es cierto en el presente permanece en un estado durmiente, aunque una vez al año tengo que someterme a una revisión médica; yo como Joni he aprendido a darle gracias a mi Dios y Padre por todo y en todo. Asimismo, me he comprometido firmemente a que ni mi persona ni mi ‘silla de ruedas’, serán el centro de atención hasta el día que El me llame al descanso, porque “EL DIOS QUE JONI AMA…ES EL DIOS QUE YO AMO”.
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”