¿A Quién Iremos?
Parte: III
Autor: Sergio A. Perelli
En la semana de escribir esta parte de la serie, una señora que no conocía dejó dos mensajes para mi persona en el contestador automático de llamadas telefónicas de mi casa.
El primero de ellos, solamente decía: ‘Pastor Sergio, mi nombre es ______________, y le pido el favor de llamarme a la brevedad posible’.
No tengo la costumbre de responder tal tipo de llamadas genéricas y en especial de personas que no conozco, a menos que se me diga el propósito por el cual se me procura y quién le dio mi nombre y teléfono a esa persona para comunicarse conmigo.
Un par de horas después, la misma señora llamó nuevamente y el mensaje que dejó era el siguiente: ‘Pastor Sergio, mi nombre es_________________, y lo he llamado para invitarlo a un evento que llevará su vida y ministerio a otra dimensión espiritual y que se hará en el centro de convenciones de la ciudad de________________, el día___________’.
La segunda llamada, contaba con el ingrediente de especificidad necesario para decidirme a responder; y motivación tenía de sobra: ¿qué pastor, no quiere llevar su vida y ministerio a otra dimensión espiritual? ¿Verdad que sí?
Mis oídos ahora estaban extremadamente prestos para recibir la tan ansiada noticia que fue formulada más o menos así: ‘Pastor Sergio…la organización a la cual represento, desea contar con su presencia en una noche de ‘Milagros, Señales y Maravillas’; la cual no tenemos ninguna duda llevarán su vida y ministerio a otra dimensión espiritual. ¿No es esto lo que Usted está buscando?’.
Mi respuesta fue negativa y cordialmente me limité a explicarle que nunca había estado inclinado a participar de tal tipo de eventos. Proseguí a compartir con ella que el ‘Milagro’ más grande que Dios puede hacer en favor de una persona es el del trasplante del corazón como lo vemos en Ezequiel 36:26; y que las ‘Señales y Maravillas’, en la vida de una nueva criatura en Cristo se demostraban por sus frutos de arrepentimiento, de consagración diaria a Dios y de un servicio abnegado en favor de la iglesia en donde se congrega.
Asimismo agregué a mi comentario, que cuando un verdadero hijo de Dios desea experimentar ‘Milagros, Señales yMaravillas’ en su vida espiritual, no tiene que asistir a ningún evento especial en un día específico; lo único que necesita es orar con denuedo por el bautismo del Espíritu Santo y para esto no se requiere estar en un centro de convenciones, rodeado de miles de personas que en su gran mayoría solamente se dejarán llevar por la emoción de la ocasión y unos pocos días después, volverán a ser prisioneros de su vida sin propósito.
Hace dos mil años atrás, Jesús conocía que una gran multitud lo seguía por las razones equivocadas: “Me buscan, no porque hayan visto señales (milagros), sino porque han comido de los panes y se han saciado. Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará…” (Juan 6:26, 27. Nueva Biblia De Los Hispanos).
La desfachatez de aquella gente era tan irracional, que aun después de haber sido testigos del milagro de la multiplicación y de ser reprendidos por Jesús; tuvieron la osadía de preguntarle:“¿Qué, pues haces Tú como señal (milagro) para que veamos y Te creamos? ¿Qué obra haces?” (vs.30).
¡Cuántas personas asisten a la Iglesia solamente para recibir los ‘panes y los peces’ que desde los púlpitos les arrojan ‘asalariados’ que han distorsionado el Evangelio con ‘milagros, señales y maravillas’, en pro de que a ellos los coronen ‘rey’!
Sin embargo, el ‘alimento’ que millones de profesos Cristianos están recibiendo cada semana de ministros que solamente persiguen su tiempo de fama y fortuna aquí en la tierra; ni siquiera es como el “maná que (los Israelitas) comieron en el desierto” (vs.31), porque al menos aquel alimento Jesús les dijo que “no era Moisés el que les había dado pan del cielo, sino Mi Padre …” (vs. 32).
El ‘evangelio’ del Siglo XXI, ha sido corrompido con las propuestas del pensamiento humanista de la auto-definición,auto-imagen, auto-estima y auto-valor.
¿Qué pasó con el Evangelio que una vez predicara Juan el Bautista y el mismo Jesús, que simplemente proclamaba:“¡ARREPIENTANSE, PORQUE EL REINO DE LOS CIELOS SE HA ACERCADO!” (Mateo 3:2; 4:17)
(Continuará)
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”