¿A Quién Iremos?
Parte: VI
Autor: Sergio A. Perelli
“¡Dura es esta palabra; ¿quién la puede oir?!” (Juan 6:60)
¡Qué contraste tan abismal hubo en los mensajes que salieron de los labios de Jesús durante Su ministerio; comparado al ‘evangelio liviano’ que se predica en miles de iglesias en nuestros días!
El ‘evangelio liviano’ que se predica a la Iglesia del Siglo XXI, estimula “la carne”, pero “para nada aprovecha”. En cambio“las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”(63).
Jesús no dijo ‘las palabras que yo os he hablado eran espíritu yeran vida’; los verbos están conjugados en tiempo presente activo.
Si en verdad creemos lo que expresó Pablo al escribir: “Jesús es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8); entonces las palabras de Jesús “son espíritu y son vida”, y no como las palabras del hombre que son como nubes sin agua.
Por lo tanto los verdaderos exponentes de la Palabra de Dios no tienen que ‘acomodar’ el Evangelio para atraer a las masas, corriendo así el riesgo de que un día escuchen al Maestro decirles: “nunca los conocí”.
¡Jesús no lo hizo! Y “desde entonces muchos de Sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con El” (66).
¿Qué es lo que hizo nuestro Señor para retener a los que lo abandonaron? ¡Absolutamente nada!
“No tener gente en la iglesia y andarla asechando en sus casas para llevarla a remolque a que llene nuestros asientos vacíos, es una degradación a que ningún hombre digno se querría sujetar.Ver a ministros revolotear alrededor de un rico, como lo hacen los buitres alrededor de un camello muerto, es cosa repugnante…El ministro, debe ser firme en sus principios, y atrevido para confesarlos cuando la ocasión así lo exija, en donde quiere que esté…Fuerte en sus convicciones, patético y sincero en su expresión, y sin encono ni saña, que hable como hombre y dé gracias a Dios por ese privilegio. No debe andar con reticencias, ni hay ninguna necesidad de que las tenga…No consintamos en que se nos amordace, pues no hay razón ninguna para ello. No debemos ir a un lugar al que no podamos llevar a nuestro Señor y Maestro con nosotros. Ya que otros se toman la libertad de pecar, no renunciemos nosotros a la de reprenderlos y amonestarlos…Voy a terminar diciéndoos que es de esperar que no demos lugar, no digo en el púlpito, no aun en nuestra conversación ordinaria, a que se nos juzgue comprendidos en cierta clase de personas cuya única ocupación es llevar a todos el barreno, y por ningún motivo se resuelven a desagradar a nadie por reprochable que pueda ser su modo de vivir. Tales personas entran y salen entre las familias y sus oyentes festejando siempre a todos, por más que con frecuencia debieran lamentar sus errores. Se sientan a sus mesas y se regalan a su satisfacción, sin cuidarse de amonestarlos a que huyan de la ira por venir. Son como los relojes despertadores cuyo mecanismo hace que despierten a uno si no quiere ser por ellos despertado” (Extractos de la Plática XII, C.H. Spurgeon, Discursos A Mis Estudiantes).
El Evangelio no está basado en principios de diplomacia imparcial, en las buenas relaciones públicas, en lo que es políticamente correcto para la sociedad, y menos en agradar corazones carnales y mundanos.
Cuando ése Evangelio vuelva a ser el centro de los púlpitos…les puedo asegurar que cientos de miles de asientos en las iglesias quedarán vacíos; y entonces sabremos que ésas personas venían por el hombre detrás del púlpito, y no por Jesús el Hijo del Hombre. (Continuará)
Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”