Auméntanos la Fe Parte 2

“Auméntanos La Fe”

Parte: II

Autor: Sergio A. Perelli

“Todos nosotros experimentamos tiempos difíciles en nuestras vidas. Estas luchas con enfermedades, peligros, problemas financieros, dolor o depresión; algunas veces nos suceden a cada uno de nosotros. Pero éstas, solo provocan que nos aferremos a Dios aún con más fuerza, no que nos alejemos de él, culpándolo por ocasionar o permitir todas nuestras tribulaciones. El no nos promete evitar que los problemas vengan a nuestras vidas, pero sí nos promete acompañarnos en ese tiempo de prueba. Podemos descansar en Dios para que use estas situaciones para formar carácter y fe en nuestras vidas. Dios no nos promete hacernos la vida fácil, pero nos promete protegernos de cualquier cosa que no esté en el centro de Su voluntad. El estará ahí a nuestro lado, mientras pasemos por todas las dificultades y pruebas que vengan a nuestro camino” (Bright, Bill; El Gozo De Confiar En Dios, página 110).

En la primera parte de “Auméntanos la Fe”, consideré el comienzo de Lucas 17:1 “¡Imposible (inevitable) es que no vengan tropiezos!”, y unido al pensamiento expuesto en el párrafo anterior, puedo llegar a la conclusión y en acuerdo con las palabras que Jesús le dijo a Sus discípulos, que todos los hijos de Dios experimentaremos tiempos de prueba y aflicción y esto sin importar nuestro grado de consagración a nuestro Creador y de obediencia a Su Palabra.

Pero, Jesús continuó diciendo:  “¡Mas ay de aquel por quien vienen los tropiezos!”. Nuestro Señor no solamente advirtió a los doce de que en sus vidas vendrían situaciones que les ocasionarían “tropiezos”, sino que también los amonestó a tener sumo cuidado de no ocasionar “tropiezos” o ‘escándalos’.

En aquella oportunidad, Jesús no dejó ningún lugar a la duda en la mente de los Apóstoles, de que El toma muy en serio el asunto de que un creyente no debe ser “tropiezo” para otros:

“¡Ay de aquel por quien vienen los tropiezos! Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojarlo al mar, que hacer tropezar (escandalizar) a uno de estos pequeños” (Lucas 17: 1, 2).

 

Por años he enseñado en nuestra congregación que todos aquellos que profesamos ser seguidores de Jesús somos ‘pastores’: los padres son los primeros ‘pastores’ de sus hijos, los maestros son los ‘pastores’ de sus alumnos, los propietarios de negocios y gerentes de empresas son los ‘pastores’ de sus empleados, y cada hijo de Dios es un ‘pastor’ dentro del círculo de sus familiares y amistades.

Nosotros no podemos lavarnos las manos y decir: ‘la gente debe entender que no somos perfectos y que somos pecadores como ellos…’, y esto es una gran verdad; pero también es verdad que Jesús enseñó a Sus discípulos: “Ustedes son la sal de la tierra…Ustedes son la luz del mundo” (Mateo 5:13,14).

La responsabilidad de no ser “piedra de tropiezo” en la iglesia y fuera de la iglesia, no solamente recae sobre los pastores de profesión o los líderes a cargo de diferentes ministerios; sino sobre toda persona que dice ser un hijo de Dios.

Pablo escribió a los miembros de la Iglesia de Roma: “Es malo que el hombre haga tropezar a otros…” (Romanos 14:20) y a los Corintios: “Mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles” (1 Corintios 8:9).

Y el mismo Apóstol también dejó plasmado en tinta y papel:“Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres” (2 Corintios 3:2).

“La vida de los verdaderos Cristianos en Corinto servía como carta de recomendación, tanto de Pablo el siervo, como de Cristo el Señor. Los hombres leen la vida de los demás. Las epístolas vivientes se leen aun cuando no se lean las epístolas de la Biblia. Recordemos que nuestra vida es una carta abierta.La vida de los Cristianos es prácticamente la única literatura religiosa que lee el mundoNo estudian la Palabra de Dios, pero sí estudian a los miembros de las iglesias. Esto nos ofrece una gran oportunidad para el bien, porque así podemos encaminar a otros a Cristo” (Mears, Henrietta C.; Lo Que Nos Dice La Biblia, páginas 444, 445).

Ante tan gran responsabilidad, ¿no deberíamos también nosotros suplicarle a Jesús “¡Auméntanos la fe!” como aquella vez lo hicieron los doce?

Gracia y Paz
Sergio
“Amigo de Jesús”

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