“Tengo algunas preguntas…”
Parte: II
Integridad Espiritual y Moral
“Me he sentido lleno de culpabilidad…he confesado todos mis pecados, y tengo un matrimonio lindo que el Señor en Su misericordia restauró…La cabeza se me llena de pensamientos inmorales o sucios…son solo de paso, pero esto me hace sentir culpable”.
Tu mensaje claramente expresa de que “el Señor en Su misericordia restauró” tu “matrimonio”; y aunque no se me aclara la condicionante que provocó la crisis matrimonial, por el contexto del resto del párrafo me voy a arriesgar a concluir que fue por infidelidad de tu parte.
De todas maneras, no necesito una respuesta a la pregunta: ¿qué pasó?; porque la realidad es que no hubiera existido la necesidad de la “restauración”, si el pecado no hubiera penetrado al seno de tu “matrimonio”; pero la realidad más excelente en el presente, es que Dios hizo el milagro de la “restauración”, y por esto es obvio que tu corazón rebosa de acción de gracias a Aquel que los unió en el principio.
Tu problemática en el presente radica en que dos tentáculos atentan en contra de tu integridad espiritual y moral:sentimientos de culpabilidad y pensamientos inmorales o sucios.
En primer lugar me es necesario recordarte unas palabras escritas por el Apóstol Juan y que estoy seguro que las has leído y escuchado en más de una oportunidad:
“Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Las Sagradas Escrituras son siempre precisas y claras en lo que respecta a la posición relacional de Dios con nosotros, y en este caso el discípulo amado nos aseguró de que al confesar nuestros pecados, no solamente somos perdonados, sino que también somos limpios de toda maldad.
Y como 1 Juan 1:9, hay otros versículos similares en la Biblia del accionar de Dios cuando persona nuestros pecados; entonces el problema radica en nosotros de recibir el perdón de Dios y de creer con todo nuestro corazón que Su gracia nos limpia de toda maldad.
En lo personal, yo he decidido creer en Su Palabra y en un dicho que contiene un gran consejo:
“Cuando el diablo venga a recordarte tu pasado, recuérdale de cuál será su futuro”.
Del otro lado de la moneda, debemos mantener presente que si bien es cierto que Dios perdona nuestros pecados, en ocasiones no nos libra de tener que pagar las consecuencias de nuestros actos pecaminosos; y una de ellas son las cicatrices emocionales que quedarán por siempre en nuestra memoria de cuando fuimos desobedientes a los mandamientos de Dios.
Dios perdonó a Moisés, pero le fue privado entrar a la Tierra Prometida. Dios perdonó a David, pero murió su primer hijo que tuvo con Betsabé, y en ambos casos; estoy seguro que en más de una oportunidad el Espíritu Santo permitió que Moisés y David tuvieran flashes mentales, no con el fin de torturarlos con sentimientos de culpabilidad, sino para que no volvieran a caer en la tentación de hacer las cosas a su manera.
Sinceramente creo que Dios hace lo mismo con nosotros, y por tal razón es que Pablo escribió:
“El que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). (Continuará)
Gracia y Paz
Sergio A. Perelli
“Amigo de Jesús”